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Migración venezolana

Miércoles 06 Enero 2021 | 11:07

 Muchos países han experimentado acontecimientos desagradables, que han conllevado severas crisis de diferentes índoles, a pesar de contar con riquezas naturales que bien los han posicionado o pudieran posicionar entre países desarrollados. Me pregunto, ¿tan grave debe ser la situación de un país para que su gente decida dejar sus hogares, costumbres, trabajos y emigrar a otros sin conocer la suerte que les toque vivir en ellos? 

Quizás sea una pregunta necia cuya respuesta es obvia; primero, por lo oleada migratoria que experimentaron muchos ecuatorianos al viajar a Europa y EE.UU. entre 1999 y los primeros años de la década del 2000, y segundo, porque a diario observamos a decenas de personas venezolanas que tratan de tocar la sensibilidad de quienes circulan las calles de nuestra ciudad, con la esperanza de recibir una caridad para solventar el pan del día, sobre todo para sus hijos que, en ciertos casos junto a los adultos, también arriesgan su integridad física con tal de pedir ayuda.
A pesar de haber sido una potencia mundial a finales del siglo XX, tiempo en que incluso miles de ecuatorianos también emigraron a Venezuela en busca de fuentes de trabajo, tomaron la decisión de regresar al país que los vio nacer, debido a la mala economía que empezó a apoderarse de ellos, incluso de los propios venezolanos que de a poco empezaron a sentir sus estragos, generando falta de trabajo, comida, salud, educación, entre otros, y por ende dando paso a la mendicidad; y todo apunta a una razón, la errónea forma de hacer política.
Si bien la suerte se ha ensañado con estos ciudadanos venezolanos al someterlos a situación de calle, y que las instituciones gubernamentales competentes para estos casos, como el Ministerio de Inclusión Económica y Social, se han hecho presente con raciones alimenticias, que les permite probar bocado por varios días, su clamor diario es que ésta mejore principalmente con la situación económica de su país, para poder regresar y volver a su vida cotidiana, que les hagan olvidar los malos días vividos. Y esto se puede lograr cuando: 1) los encargados de administrar un país entiendan que la política es un don de servicio en favor de sus mandantes; 2) quienes la practican deben hacerlo por vocación; 3) que al momento de ejercer funciones propongan leyes que beneficien a los ciudadanos que día a día trabajan con honradez y sacrificio, y no a quienes se dedican hacer daño de una u otra forma, y; 4) nos convenzamos de que no se debe dar un voto por emoción, sino por convicción.
 
CRISTHIAN MARIO CEVALLOS LÓPEZ
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