Hemos visto pasar los días, en medio de esta pandemia, donde seres tan queridos se han ido, en su mayoría por descuido, irresponsabilidad, falta de decisiones, agobiadas todas ellas por la gran crisis económica que enfrentamos y que cada día se agudiza más; con una normalidad  nueva llena de miedos, decepciones, angustias, pero con esperanza de que vendrán días mejores que permitan traer empleo y productividad, con un sistema de salud y educación  en el que se pueda tener confianza para poder caminar hacia un país de desarrollo y de seguridad.

En estos últimos días hemos visto a los organismos de control y funciones del Estado en grandes desacuerdos, sin razones de peso para que se actúe con un nivel de irresponsabilidad que causa vergüenza y que a las claras se nota los grandes compromisos que detrás de estas decisiones existen, inscribiendo candidatos que no cumplen con los requisitos ni la ley, algunos hasta con deudas con la justicia; pero, ¿dónde es que estamos? Cómo se puede respetar un estado de derecho ante tanta alcahuetearía de un CNE que abusa de su poder y que hace caso omiso a las leyes y reglamentos con los que tiene que actuar, y por último a la lógica para tomar decisiones.

Seguimos viendo a los mismos de siempre que manejan el poder e interpretan la Constitución como les da la gana, a los funcionarios electorales sentirse dueños de las decisiones del pueblo, seguimos en un sistema donde el maletín sigue rondando todas las instancias y las funciones del Estado, donde la corrupción  sigue campante, donde los malos se hacen las víctimas, que quien realmente hace justicia está solo, y donde el pueblo ecuatoriano se tiene que contentar con un gobierno elegido por una “mayoría” cuantificada por el CNE. 

Esta crisis no tiene salida sin  un presidente que ajuste las cuentas y promueva el empleo y productividad. Iniciemos un nuevo año pidiendo sabiduría a Dios y fortalecernos en familia para no cometer más errores y no permitirlos. Feliz año 2021.