Actualizado hace: 930 días 20 horas 46 minutos
Keyla Alarcón Q
Jaguar

Miércoles 02 Diciembre 2020 | 04:00

Este domingo 29 de noviembre celebramos el día del felino más imponente de América, el jaguar.  Se lo conoce también como yaguar, otorongo, yaguarité o tigre americano, su nombre científico es Panthera onca y pese a la depredación de su hábitat natural, todavía nos honra con su presencia desde México hasta Argentina, dominando selvas, manglares y zonas boscosas con acceso al agua al ser un félido que disfruta nadar. Debido a su fuerza e inteligencia –tiene la mordida más poderosa de los felinos- se le considera un animal espiritual de gran simbolismo en las culturas originarias y un mediador con las deidades, también se cree que los hermanos que fallecen en las selvas pueden reencarnarse en uno y hasta los taytas buscan su fuerza y en las ceremonias evocan su potencia y sabiduría.  

En las sociedades prehispánicas el zooantropomorfismo permitía vínculos entre personas y animales tutelares, se los adoptaba como guías que permitían experimentar el entorno, la naturaleza y enriquecer la vida cotidiana.
Además del jaguar otros animales mentores son la serpiente o amaru, el halcón o guaman, el águila como el tótem de los sabios, el zorro, el cóndor o kuntur que comunica al “Hanan Pacha” o mundo de arriba con el “Kay Pacha” o mundo terrenal.  
Tal vez por esa consideración a otras formas de vida en las culturas originarias existe un mayor respeto a la biodiversidad; en este pensamiento no hay jerarquías, antes bien un principio de complementariedad con cada espécimen. 
En la Costa ecuatoriana el jaguar está “en peligro crítico”, según los científicos, pues quedan contados ejemplares debido a la caza indiscriminada, la pérdida de su hábitat por el avance de la frontera agrícola y la depredación en general. En Manabí hay referencias de su existencia en las historias que cuentan los mayores. En la Amazonía su escenario es “en peligro” al mantenerse todavía intactos santuarios naturales protegidos por colectivos indígenas. Su desaparición crea un vacío en los ecosistemas afectando de manera global a otras especies incluido el ser humano; aun conociendo aquello en estos últimos años nos han consternado noticias de inconsecuentes que los consideran trofeos de caza, por ello cabe preguntarse si el humano, el mayor depredador de la historia, merece compartir el planeta con estos animales fantásticos.
 
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