De los 300 vendedores que había solo quedan 181.

Victoria Celi, presidenta del mercado municipal, afirma que la idea inicial era contar con el apoyo del municipio, sin embargo, la crisis económica complicó los planes.  

Por lo que el cabildo se ha limitado en colaborar con el desalojo de los materiales.

Con el dinero recaudado por los comerciantes han costeado los salarios de albañiles que han construido más accesos en la planta baja.

También han demolido las paredes de una de las naves que da a la calle Ambato.

“En este espacio irán los compañeros que venden cárnicos y lácteos. De los 44 locales quedarán 18”, indicó Celi.

Raúl Moya, dueño de una tercena, dice que estos cambios son necesarios. “Tenemos la expectativa de que abajo nos pueda ir mejor”, señala el hombre que lleva 30 años en el negocio.

En el primer piso alto se mantendrán los locales en donde hay restaurantes y juguerías.

El resto será usado por un local ancla que debe ser seleccionado por el municipio.

Mientras que en el segundo piso se instalará la Empresa Pública Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Epmapa).

La remodelación de la infraestructura es la esperanza de los mercaderes de entrar a competir con el apabullante comercio de las calles que circundan al centro de abastos.

Una de las comerciantes que vende pollos señaló que los arreglos pueden ser favorables, sin embargo, solo podrán salir a flote si el comercio de las cercanías es controlado. “El municipio debería aplicar las ordenanzas que existen en el cantón”, manifestó.