Entonces los ciudadanos de esta tierra, encabezados por Andrés de Vera y Manuel Rivadeneira, se adhirieron a la proclama como ciudad independiente y soberana.

Portoviejo, llamada desde su fundación “Villa Nueva de San Gregorio de Puerto Viejo” y más adelante como San Gregorio de Portoviejo, en el tiempo de la Colonia fue centro de operaciones de los conquistadores y posteriormente centro de movimientos emancipadores, logrando proclamar su independencia en representación del sentir del pueblo manabita.

Portoviejo es conocida como la ciudad de los Reales Tamarindos por todas las bondades de la naturaleza, los árboles de este fruto que la rodeaban, que hora casi ya no existen por deforestación y el avance de obras de públicas como calles, aceras, avenidas, edificaciones, entre otras, e inclusive por las malas decisiones de algunas autoridades que creían que las raíces de estos árboles levantaban el asfalto y el concreto de la ciudad.

En ese tiempo, cuando Portoviejo fue proclamada independiente del yugo español, tenía aproximadamente 3.000 habitantes y fue una de las primeras ciudades que plegaron al movimiento independentista del 9 de octubre de 1820. Teniendo como referente este espíritu de lucha, Portoviejo comenzó a surgir como capital manabita, pasando por diferentes procesos de administración pública y que hasta la actualidad con aciertos y desaciertos vamos avanzando poco a poco.

Al contar una parte de la historia de mi querido Portoviejo, se me ensancha el corazón y me regresa el espíritu independentista, porque ahora ya no estamos gobernados por los españoles, sino por el bicentralismo (Quito y Guayaquil). Es hora de que los ciudadanos portovejenses levantemos nuestra voz de protesta y que sepan los nuevos gobiernos que vengan que aquí hay un pueblo soberano e independiente, pero muy respetuoso de las leyes de nuestro país.

Portoviejo, con el transcurso del tiempo, ha venido cambiando sus aspectos y desarrollándose en todos sus sentidos como ciudad, gracias a todas las administraciones que han pasado, unas más que otras con muchos aciertos en su desarrollo.

¡Viva Portoviejo en su bicentenario!