Los gobiernos no deberían tener ministros sino consejeros en todas las ramas del Estado. En Roma, los emperadores tenían el consejo de ancianos que guiaban las decisiones del gobernante, era una sabiduría utilizar la experiencia de los más viejos.
Hace poco tiempo vimos con asombro que un presidente nombró ministro de Agricultura a un poeta que antes fue ministro de Defensa Nacional y así por el estilo tuvimos varios ministros fuera de su competencia profesional e inexpertos.
Con este antecedente, considero que en el ámbito agropecuario existe un gran profesional manabita, el ingeniero Alfredo Saltos Guale, que a pesar de su larga residencia en Guayaquil desde que dejó Bahía de Caráquez para iniciar su carrera de ingeniería agrícola en la Universidad Estatal, nunca se olvidó de nuestra provincia, así lo demuestran sus numerosos artículos en diferentes periódicos del país. Siempre el tema agrario está en su mente y corazón. A través de sus escritos evidencia sus dotes profesionales, su ilustración y preocupación por la trágica situación de nuestros agricultores, siempre explotados e ignorados.
A más de columnista, es un educador por vocación y un ecuatoriano preocupado por la suerte del campesinado ecuatoriano, por la dependencia y explotación por parte de comerciantes e intermediarios que se aprovechan de sus angustias y necesidades.
Cuando faltó un invierno, o cuando vienen inundaciones en las cuatro regiones del país, ambas perjudiciales para un campesino que siembra gramíneas, tubérculos, legumbres, frutas, flores y demás especies; llega la temporada de siembra y comienza la aventura preparando el terreno y rogando a Dios por un buen invierno, para que su trabajo e inversión les sea rentable y que el pueblo no sufra por la falta de alimentos.
Personajes como Alfredo Saltos Guale deben ser designados para dirigir la actividad agropecuaria en el país. Él no es un profesional de escritorio, es un apasionado, que cuando es requerido se pone las botas de caucho y sale a visitar los campos para dar consejos y orientación a los sembradores: bananeros, maiceros, cafeteros, cacaoteros, etc; y también en las ciudades con el proyecto de huertos familiares, que son considerados como terapia.
Recién en esta pandemia que nos aflige la gente está reconociendo la importancia del agro que contra viento y marea han seguido proveyéndonos los alimentos básicos para el sostenimiento de las familias.
Ojalá que estas palabras sean oídas por quien resulte ganador en las próximas elecciones, por el bien de la Patria.