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Andrea Limongi Santos
Turismo rural y pandemia

Hacer turismo es sin duda el sueño y práctica de millones de personas, ya sea dentro o fuera del país; lamentablemente ésta ha sido una de las áreas más afectadas por la pandemia de COVID-19.

Domingo 27 Septiembre 2020 | 04:00

Se estima, según la Organización Mundial del Turismo, que hay pérdidas de 320.000 millones de dólares y una caída de 300 millones de visitantes para el turismo mundial entre enero y mayo de este año.
Ecuador no se ha escapado de esta realidad. Cientos de negocios y por ende el capital humano se han visto afectados a lo largo del año, incluso varios locales cerraron sus puertas.
Retomar la actividad será todo un reto, tomando en cuenta que aún la pandemia de coronavirus está presente; que las personas –consumidores- tienen su economía afectada producto de las deudas y pérdida de sus ingresos. Sin embargo, poco a poco habrá que acudir a los establecimientos, que a su vez deben mantener normas de bioseguridad para garantizar la salud de sus clientes.
El Ministerio de Turismo del Ecuador da a conocer, en su web, que esta actividad en el 2019 generó 2.287 millones de dólares por ingresos de divisas, siendo receptor. Y que más de 450 mil personas trabajan en las áreas de alojamiento y servicio de comida a diciembre del año pasado. ¿Cómo quedarán estas cifras a finales de año? Pronto lo sabremos.
Y hoy, que es el Día Mundial de Turismo, la recordación hace énfasis en la importancia del “Turismo y desarrollo rural”. El secretario general de la OMT, Zurab Pololikashvili, afirmó que “en todo el mundo, el turismo empodera a las comunidades rurales, ofreciendo empleo y oportunidades, sobre todo para las mujeres y los jóvenes”.
Y qué mejor fecha, además, para resaltar la importancia del turismo accesible e inclusivo. Escuché algunas conferencias en línea sobre el tema, y esto me ha permitido comprender que la accesibilidad puede ir más allá de lo que nos imaginamos.
Con esto me llegan dos historias a la mente. Una, la de un joven chileno con cuadriplejía que veía lejano ir a conocer las torres de Paine en su país. Y con la ayuda de sus amigos adquirieron una silla de ruedas para hacer trekking, que por ser costosa tenían que sacarle provecho y su aventura -que fue viral en los medios- terminó siendo una empresa para llevar a excursiones a personas con discapacidad. La otra historia es la del ecuatoriano Sebastián Carrasco, conocido como el Zuko, quien a pesar de tener problemas de movilidad el año pasado llegó a la cima del monte Kilimanjaro, la montaña más alta de África; esto con la ayuda de dos bicicletas adaptadas y, obvio, de personas que lo apoyaron en este difícil recorrido que no tuvo como objetivo principal el turismo, pero es un ejemplo de que podría serlo. Tres realidades de una actividad que genera recursos y satisfacción.
 
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