La Revolución Ciudadana fue un giro de 180 grados positivos que tuvo el país durante la Década Ganada, en la que se golpeó el tablero del sistema nacional e internacional por la propuesta de un verdadero socialismo con rostro humano; pero como afectó a los grandes intereses creados abiertos y otros embozados en distintos ámbitos, era menester desfigurar al líder en el concepto general aprovechando el poder tras el poder del estamento mediático; factor que combatió Correa y aquél se convirtió en enemigo irreconciliable.
La trama se fue configurando -cuando Rafael Correa cumplió su mandato- a través de la felonía que siendo al inicio soterrada, fue creciendo paulatinamente develando su verdadera faz y los acomodaticios -que jamás sintieron los principios con que nació Alianza PAIS- hicieron coro al Mandatario actual para mantener las prebendas del rango y la forma.
Hoy, asustada la derecha y el capitalismo salvaje, así como sus satélites que fungen de demócratas en el resto de partidos y movimientos, han captado que -con excepción de algún soberbio megalómano- en solitario no pueden competir con la gran mayoría que tiene el caudillo que quieren combatir, cuya tendencia tiene cabida en el ciudadano consciente de su rol cívico y, a guisa de falso patriotismo, buscan aliarse para defender sus intereses históricos por medio del poder político.
Los ideales no los sepultan los calabozos de una prisión, como resultado de una sanción cuyo veredicto, siendo legal, no es justo y por eso pierde legitimidad, sobre todo si el aparato judicial se erige como juez, fiscal, jurado y verdugo.
Los partidos conjurados esgrimen en sus planes de gobierno un lugar común, acabar con el “correísmo” como si fuera una filosofía política, y en su odio acerbo y su temor tangible elevan a quien quieren denostar.
El partido que auspicia a la Revolución Ciudadana, Frente Democrático, con Andrés Arauz a la cabeza, se constituye en el fantasma subjetivo-objetivo al que el resto quiere derrotar.
La ciudadanía de conciencia crítica tiene la última palabra y con su voto sancionará a los conjurados.