La explosión registrada en una fábrica procesadora de atún cobró la vida de una tercera víctima: Gabriel Anchundia. El hombre tenía 23 años de edad y murió el jueves a las nueve de la noche, en el hospital del IESS en Manta.
Él era hijo de Enrique Anchundia, quien murió durante la explosión del caldero industrial en la empresa ubicada en la parroquia Los Esteros.
Padre e hijo son oriundos del sitio La Sequita de Montecristi, y habían acudido a la fábrica a entregar una carga de leña en una camioneta. Antes de viajar a la Manta, se despidieron con un beso de Nancy Anchundia, madre de Gabriel y esposa de Enrique.
“Por la carga de leña iban a recibir 30 dólares, y murieron cuando la estaban bajando”, expresó la mujer. Ella contó que acudió con sus dos familiares a un terreno, ubicado en la misma comunidad, a ayudarles a subir la leña, porque la querían de urgencia en la empresa. Al terminar de embarcarla, su hijo se despidió con un beso. Lo mismo hizo su esposo.
Luego Gabriel prendió la camioneta, y al marcharse le dijo que no iban a demorar. Mientras el carro salía de La Sequita, su esposo se despedía con la mano.
Los dos cadáveres fueron velados en La Sequita, y ayer a la una de la tarde los sepultaron.
Esta explosión se produjo el jueves a las 9h41, y también cobró la vida de Gregory Valero, de 30 años de edad. Él era de nacionalidad venezolana, y sus restos fueron cremados ese mismo día para enviar sus cenizas a su país.
Los brazos y piernas de Gregory resultaron mutilados por del estallido. Producto de la explosión, el caldero salió expulsado a una distancia de 200 metros y destruyó todo a su paso: paredes, bombas, puertas, cerramientos, aljibes, portones, galones y la camioneta de los dos fallecidos.
El estruendo también dejó a ocho personas heridas, de las cuales dos siguen delicadas de salud.