Desde que el virus llegó, dejamos de tener la vida acostumbrada.
Los hábitos son otros y debemos aceptarlos por nuestro propio bien.
Ahora tenemos una coronavida marcada por el distanciamiento, la mascarilla y el encierro.
Si queremos vivir no nos podemos confiar.
Todos somos sospechosos de portar la enfermedad y por tanto no cabe la relajación.
Si no lo aceptas, cualquiera de nosotros o de nuestros familiares terminará en un hospital o en el cementerio.
No caben las reuniones de amigos, cumpleaños ni encuentros familiares.
Muchos se niegan a aceptar la realidad y han terminado matando a sus propios viejos.
El Día del Padre, el Día de la Madre y los cumpleaños han cobrado vidas. Los confiados ahora lloran la muerte de un familiar y el contagio de otros.
El ser humano puede, si quiere, cambiar esta realidad. Con disciplina puede cuidarse, cuidar a su familia y cuidar a los demás.
La pandemia está aquí, no se ha ido.
- ¿Qué te pareció la noticia?
- Buena
- Regular
- Mala