Si se pudiera expresar este sentimiento, más allá del concepto textual que significa enojo, enfado, ira, creo que lo expresaríamos volviéndonos unas bestias sin razonamiento para poder exterminar a tanto fenómeno que anda suelto creyendo que los ecuatorianos somos tontos y que no nos damos cuenta de sus delitos.
Ante los últimos hechos acontecidos en función del gran asalto de los fondos destinados a la salud, sin pena ni indolencia ante la vida de los ecuatorianos, de parte de autoridades y de muchos funcionarios, que han hecho y deshecho con los sagrados fondos del dinero destinado a salvar vidas, a cuidar de la salud de los ecuatorianos, creo que la palabra queda corta.
Y es que entre tanto escándalo diario, que viene de todos lados; de quienes manejan directamente los recursos y hacen de las suyas buscando tontos útiles para decir que ellos no son, y de aquellos que por ostentar una dignidad fiscalizadora y de control, se vuelven extorsionadores, chantajistas y buscan testaferros para esconder su delito; estamos más que indignados, estamos saturados, con una mezcla de sentimientos de impotencia, ira, dolor, asco, decepción y tantos otros sentimientos que nos quitan energía y esperanza, que solo nos hacen sentir que estamos siendo permisivos, y demasiado calmados ante los hechos que hoy nos dejan el gran sabor amargo de no saber, de no entender y de no perdonar haber elegido a semejantes “individuos”, que hoy nos llenan de vergüenza y nos provocan ese sentimiento de rabia por no poder detener tanto atropello y robo de los dineros que bien podrían satisfacer tantas carencias y solucionar tantos problemas.
Las noticias son a cada momento, no salimos de una y ya está otra, con otro nombre pero con los mismos tipos de delito: sobreprecios, delincuencia organizada, peculado, tráfico de influencias, etc. etc.; pero lo más molesto de todo esto, es la actuación de muchos jueces, que hacen de la investigación y las pruebas una hoja más del expediente, pues interpretan el delito a su antojo, para poder sancionar con penas mínimas a los acusados, volviéndose una burla al pueblo que espera calmado que se haga justicia.
Es un insulto a la inteligencia las declaraciones y justificaciones de estos personajes ante las acusaciones y las evidencias mostradas; es vergonzoso escucharles, y más vergonzoso aún que les manden arresto domiciliario y grillete electrónico, dándoles oportunidad a que se escapen. Parte de toda esta culpa tiene que ver con el sistema de justicia de nuestro país y quienes la administran; por eso tenemos prefectos con grillete administrando recursos del pueblo. Hasta cuándo tanta incoherencia…
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