Este tipo de conductas es simplemente inaceptable, porque se basan en una relación de poder asimétrico dada por la diferencia de edades, que pone a uno de los sujetos, en este caso al niño, niña o adolescente, en situación de desventaja respecto del adulto; es decir, bajo ningún concepto se puede considerar como relaciones sexo afectivas sanas, pues siempre van a perjudicar el desarrollo en múltiples aspectos de una de las partes.
Sin embargo, existe un movimiento de activistas pedófilos que pretende mostrarlo como otra de las orientaciones sexuales diversas y que no sea relacionado con los abusos sexuales contra menores de edad, y trabaja en tres ámbitos para lograrlo, el legal, el de la salud y el social. En el primero pretenden eliminar las leyes que determinan edad de consentimiento, o disminuirlas a fin de eliminar a la edad como un criterio válido para identificar el abuso sexual infantil. En el segundo, pretende que la OMS elimine la clasificación de la pedofilia como parafilia. Y tercero motivan la realización de certámenes de belleza, moda, baile y demás exposiciones de los niños, niñas y adolescentes en condición de mercancía, que se expone para ser vendida.
La sociedad no debe hacerle el juego a través de poner a los niños, niñas y adolescentes en la vitrina de concursos, certámenes, programas de TV, redes sociales, en la que disfrazados de adultos en miniatura son expuestos como objetos sexuales de pedófilos, además de ir convenciendo a los mismos niños, niñas y adolescentes que ser vistos como un artículo de consumo es válido.
Bajo ningún punto de vista, los planteamientos de este movimiento, pueden ser aceptados, puesto que, al basarse en una relación de poder, lleva en su seno abuso, coerción, arbitrariedad; incluso cuando se lo disfraza de ser actos de voluntad infantil.