Confiados e incrédulos, pese a las advertencias, en Italia y Ecuador se continuaron actividades cotidianas como el fútbol. Países con apasionantes campeonatos de este deporte que concentra multitudes en estadios, lugares aptos para la propagación masiva de cualquier enfermedad contagiosa como el mortífero COVID-19, originario de la lejana China y asociado a murciélagos.
El 31 de enero de este año llegaron los primeros casos positivos del virus a Roma y luego se detectaron otros más. Bérgamo, ciudad de 123 mil habitantes al norte italiano, tiene en el Atalanta el equipo de fútbol que los representa y que por primera vez en su historia tenía la oportunidad de pasar a la siguiente fase en el torneo europeo de la Champions . Definía ese cupo el 19 de febrero con el Valencia español en la cancha de Milán.
Ese día, al menos 45 mil aficionados bergamescos se trasladaron para ser testigos de la hazaña. Los locales ganaron 4 a 1, cada gol debió festejarse con abrazos y besos entre apretujados asistentes.
A los pocos días la región de Lombardia, a la que pertenecen, se convirtió en el foco de la mortal epidemia. Los españoles a más de la derrota tuvieron algunos jugadores contagiados. Curiosamente el escudo del Valencia tiene un murciélago como insignia.
En Guayaquil, a más de 10 mil kilómetros de Italia, con pocos días de diferencia también se reportaban los primeros diez casos positivos del coronavirus, por lo que en prevención se prohibió jugar partidos del campeonato de fútbol con público. Precisamente el 29 de febrero la Liga de Portoviejo visitó al Barcelona de Guayaquil y se aplicó la prohibición. Cuatro días después, en el mismo escenario, Barcelona jugó contra Independiente de Sangolquí, pero en esta ocasión permitieron, inexplicablemente, la presencia de casi 20 mil aficionados.
Periodistas y la misma alcaldesa calificaron a ese evento como un detonante para que se expandiera con tanta rapidez el virus en toda la ciudad.
Experiencias que lamentablemente en lugar de los estadios ahora están llenando los cementerios. En el caso ecuatoriano, llegará el momento en que se establezcan responsables. Los dirigentes deportivos, en vez de pensar en las taquillas, cuando reanuden el campeonato tendrán que recapacitar mucho para evitar rebrotes que arriesguen vidas inocentes.