Manabí es una provincia con especiales condiciones, por factores sociales, geográficos y económicos. Está dividida en zonas con características muy particulares, una especie de división en mancomunidades naturales conformadas por poblaciones afines, unidas por algún vínculo.

Esta distribución natural debería ser aprovechada por los organismos seccionales para acordar el cambio del nivel de alerta en la emergencia por el coronavirus. Así, sería conveniente que el paso del estado rojo al amarillo se diera en forma consensuada.

Así, por citar algunos ejemplos, Portoviejo, Santa Ana y Rocafuerte podrían acordar para tomar la decisión al mismo tiempo, lo mismo que Pedernales y Jama; Sucre y San Vicente; Jipijapa, Puerto López y Paján; Chone y Flavio Alfaro… 

Es cuestión de que haya la intención de evolucionar juntos y de que, sobre todo, se mantengan las medidas de control para evitar el incremento de contagios, en cuyo caso se corre el riesgo de que las autoridades decidan volver al denominado semáforo rojo, con el perjuicio a la salud y a la economía.

El desafío está en ello y hay que dar el paso, con prudencia y control.