En mi modesta opinión, esperamos que ésta llegue a la madurez, y que se supere esta etapa de turbulencia, similar a la adolescencia, en la que las divergencias se resuelven a través de la fuerza, de la violencia, de las guerras. Todavía no habíamos estado preparados -como humanidad en su conjunto- para que  aquellas diferencias o conflictos los pudiéramos resolver en forma pacífica, civilizada a través de la conversación, de la negociación. Para el cambio esperado, bastaría con que los países y especialmente las grandes potencias se comprometieran a respetar los postulados y principios que honran a la humanidad del siglo XX, me refiero a la Carta de San Francisco, que es como la partida de nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas ONU. Allí está resumido el enfoque de cómo debería ser el esperado Orden Mundial: Que se respete la libre determinación de los pueblos u naciones, la igualdad jurídica de los Estados, la no intervención de ningún Estado en los asuntos internos de los otros Estados, y la solución pacífica de las controversias. 

Lamentablemente, todos estos postulados y compromisos que fueron asumidos por los estados involucrados en la segunda guerra mundial, siguen irrespetados, ya que la ONU y el Consejo de Seguridad no han cumplido con el objetivo esencial de preservar la paz mundial. 

Han transcurrido 75 años y el mundo sigue envuelto en guerras, invasiones, bloqueos,  del uso o amenaza del uso de la fuerza,  gobiernos poderosos que manejan la economía acorde con su interés, que sigue practicando el racismo y la xenofobia, etc. Este comportamiento debe cambiar en la nueva era que se aproxima.

Así mismo hace 72 años en París las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que por sobre todo proclama el respeto a la dignidad intrínseca del ser humano, el respeto a la libertad, a la vida, a la educación, la vivienda; sin embargo, en la mayoría de los países se sigue irrespetando los derechos humanos, lo  que obstaculiza  que vivamos en un mundo de paz y de concordia. En razón de lo dicho, un  nuevo Orden Mundial, es posible. Depende de todos nosotros.