Actualizado hace: 936 días 12 horas 15 minutos
Vanessa Rodríguez Egüez
La crisis sanitaria se volvió política

La crisis sanitaria del COVID-19 se ha convertido en una crisis política en la que priman la confusión por los datos y la descoordinación entre niveles de gobierno.

Jueves 30 Abril 2020 | 04:00

Para empezar, quiero hablar de los datos. La generación y uso de los registros oficiales es muy importante para la gestión pública porque permite tomar decisiones informadas. De ese modo se reduce el riesgo de decidir con criterios políticos y se aumenta la efectividad en la resolución de los problemas.
Desde que empezó el COVID-19, el gobierno central empezó a entregar cifras diarias sobre los contagios y fallecimientos.  Sin embargo, éstas han sido fuertemente criticadas porque se han observado contradicciones, poca claridad, limitado acceso a las fuentes de información y cambios metodológicos repentinos. Por ejemplo, el viernes 24 de abril, Manabí registraba 1.869 casos confirmados pero el martes 28, la nueva cifra era de 554. El Ministerio de Salud aclaró que el decremento se debió a un cambio de metodología y que la nueva cifra es la real.
Con base en esos datos, son los alcaldes quienes deben decidir las medidas de aislamiento o distanciamiento frente al coronavirus. Lo hacen porque ellos presiden los comités de operaciones de emergencia (COE) a nivel local, que son espacios de articulación entre entidades públicas. Desde el inicio de la emergencia, era el COE nacional el que tomaba las principales decisiones, pero a partir de ahora -y con apenas una semana de preparación- serán los COE cantonales los que decidirán sobre la flexibilización de las medidas.
El cambio de modelo sorprende en medio de una pandemia cuya magnitud no alcanzamos a dimensionar debido a la opacidad de los datos oficiales. Así que creo que es un error que se delegue a los municipios -especialmente los más pequeños- decisiones que deben basarse en evidencias científicas sólidas. Los alcaldes no cuentan con datos de calidad sobre el sistema de salud pública de sus localidades, y no están acostumbrados a interpretarlos porque eso es tarea de los epidemiólogos. Como si fuera poco, no cuentan con el dinero necesario para afrontar la crisis y han tenido que reprogramar sus presupuestos para adquirir alimentos, equipos y material de protección y desinfección. Lo que sí tienen es buena voluntad para encarar el problema, pero en condiciones de vida o muerte, la buena voluntad es insuficiente. 
 
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