El país se encamina hacia lo que las autoridades denominan distanciamiento social, con un cambio en las normas de convivencia y de trabajo.

A pesar de todas las medidas que se tomen, siempre habrá riesgos, pero el desafío está en minimizarlos, y en tratar en forma oportuna y eficiente los casos que sigan presentándose.

El coronavirus se convirtió en parte de la realidad cotidiana, pero no por ello las autoridades deben cruzar los brazos; por lo contrario, deben permanecer alerta ante posibles contagios masivos.

Es necesario optimizar el sistema sanitario. Que no haya más unidades de salud, por básicas que sean, en las que no haya atención para emergencias respiratorias; que no haya trabas para la construcción de hospitales; que no haya riesgos para el personal de salud por falta de insumos de bioseguridad.

También hay que garantizar que las empresas vuelvan a producir, incluso con la inyección de capitales, para que los recursos fluyan y se conserve la mayor cantidad de empleos posible. Esto, con las reformas legales que ofrezcan flexibilidad en lo laboral y tributario.

Deberían ser los primeros pasos, para encaminar al país hacia lo que se considera una nueva cotidianidad.