Entonces, todo lo que hagamos,  ahora y en el futuro,  estará condicionado,  de una u otra manera, por la presencia del virus o por las medidas que se tomen para evitar su contagio. 

Ahora como las medidas tomadas, aunque sea para bien, han ocasionado una paralización de las actividades productivas, con la excepción de muy pocas, y que llevará irremediablemente al desempleo masivo, agravar la desocupación, a la caída general del ingreso y por tanto a profundizar la pobreza,   la obligación de los gobiernos seccionales y obviamente del Gobierno central, es, como afirman los que saben, reinventarse, lo que quiere decir: ejecutar tareas para los tiempos que corren, para prevenir el contagio, por supuesto, pero también a colaborar decididamente  a que la población de sus jurisdicciones, puedan realizar transacciones comerciales.  

El Gobierno central ha establecido “corredores productivos” para que los exportadores, por ejemplo, puedan exportar.  Es una medida oportuna. Faltan otras, pero es un comienzo. Algo como esto deberían tener como meta los gobiernos seccionales. En las duras condiciones de hoy, con las limitaciones que impone la pandemia, cualquier medida que se tome, por pequeña que sea  y que esté orientada a facilitar  el comercio es altamente beneficioso para la población.  Los gobiernos locales no pueden permanecer impávidos y dejar que la gente caiga en el pozo de la pobreza.

Entonces, por las secuelas que está dejando  el coronavirus, por los problemas que se presentarán en el futuro debido a la misma causa, es urgentísimo, a mi modo de ver las cosas, que el Gobierno Provincial y las alcaldías de la provincia formulen y desarrollen un  PLAN MANABÍ que tenga como objetivos básicos: recuperar las fuentes de trabajo que eventualmente se puedan perder  por la pandemia y ayudar y facilitar  al intercambio comercial.