El COVID-19, como cualquier pandemia, es una gran tragedia general para la humanidad y una grandísima tragedia individual para las personas que la sufren directamente. Pero más allá de todo el dolor, el tiempo y el costo, también es una oportunidad para replantear prioridades y prepararnos para el futuro.
El mundo entero está reaccionando a una velocidad nunca vista antes, aunque unos países más preparados que otros, con ciencia y tecnología jamás imaginada un siglo atrás. Como referencia histórica, recordemos que cuando apareció el VIH y el sida, tomó más de dos años para secuenciar el virus y durante otros años no hubo ningún tratamiento. Incluso se hablaba de que el sida era la enfermedad perfecta pues destruía el propio sistema inmunológico y constituía una sentencia de muerte, sin escapatoria posible. Después de años se desarrollaron los primeros fármacos para controlar el VIH, y cada tratamiento costaba millones de dólares. Ahora el VIH se trata como una enfermedad crónica con antivirales que cuestan cientos de dólares en los países más ricos, y solo decenas de dólares en los países más pobres como India; pero además es muy probable que en esta década se descubra finalmente una vacuna para curar y eliminar completamente el VIH.