No solo nuestro país, es todo el orbe, de oriente a occidente y de norte a sur desde los estados más avanzados de Europa y América que miraron con desdén la aparición de un síndrome que afectó a la gran China y otros países asiáticos y no se quedó solo en Asia, sino en que cuestión de horas avanzó hacia Europa, América, África, países del Mediterráneo, Asia menor, India; se lo vivió con desatención, hasta que en pocas horas sus efectos catastróficos cobraban miles de vidas humanas con síntomas parecidos a una gripe o un resfrío y la ola de muertes ha sido casi imparable de continente a continentes.
No solo nuestro país, es todo el orbe, de oriente a occidente y de norte a sur desde los estados más avanzados de Europa y América que miraron con desdén la aparición de un síndrome que afectó a la gran China y otros países asiáticos y no se quedó solo en Asia, sino en que cuestión de horas avanzó hacia Europa, América, África, países del Mediterráneo, Asia menor, India; se lo vivió con desatención, hasta que en pocas horas sus efectos catastróficos cobraban miles de vidas humanas con síntomas parecidos a una gripe o un resfrío y la ola de muertes ha sido casi imparable de continente a continentes.
En esta delicada situación se encuentra Ecuador, no estábamos de manera alguna preparados para enfrentar una pandemia que en cuestión de horas rebosaba toda medida de precaución y la organización médica fácilmente cedía en elementos materiales como camas, laboratorios, edificios hospitalarios, y un verdadero ejército de médicos, enfermeras, enfermeros, y recalcamos laboratoristas experimentados en este tipo de exámenes, que en pocas horas den informes ante elementos pero tratados en nuestro medio como el ahora llamado coronavirus, que hoy afecta a países del primer mundo como EE.UU., Italia, Francia, Alemania, Inglaterra, Rusia, toda Sudamérica, cuyos gobiernos deben extremar medidas de aislamiento ciudadano y mantener largos períodos de inmovilización humana con la prédica de “no salga de su casa”, por determinados números de días, mientras paramédicos, laboratoristas y médicos devanan sus conocimientos en obtener una vacuna o remedio que logre parar al “coronavirus” que deja miles de seres humanos cada día, víctimas de sus estragos que la ciencia médica conocida no logra todavía vencer, y que esperamos sea pronto por el bienestar universal.
Esperemos que esta pandemia pase pronto y que las medidas dispuestas por las autoridades hagan efecto a fin de precautelar la vida humana y prevenir contagios masivos que debilitan los sistemas de salud.
Los ciudadanos y los gobiernos deben unirse para enfrentar la adversidad que nos ha llegado con este microscópico virus que, sin embargo, ya ha sembrado dolor y muerte en todo el mundo.
Son sacrificios que valen la pena y que, de seguro, nos permitirán salir airosos de esta dura prueba.
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