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Abrirse  a la luz
Abrirse a la luz
Por: Keyla Alarcón
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Miércoles 01 Abril 2020 | 04:00

En todo este tiempo durante el cual la luz, simbólicamente hablando, ha disminuido, no quiero hacer uso de este espacio para dar cabida a la negatividad ni a la queja; de eso en parte se están encargando las redes sociales y las noticias, las que permiten, con legitimidad, denunciar esta crisis de salud que, como ha sido manejada, ha provocado lágrimas y desconsuelo más allá de la enfermedad por sí.

 En todo este tiempo durante el cual la luz, simbólicamente hablando, ha disminuido, no quiero hacer uso de este espacio para dar cabida a la negatividad ni a la queja; de eso en parte se están encargando las redes sociales y las noticias, las que permiten, con legitimidad, denunciar esta crisis de salud que, como ha sido manejada, ha provocado lágrimas y desconsuelo más allá de la enfermedad por sí. 

¿Hasta cuándo el sufrimiento? No sabemos, pero debemos hallar la manera de subsistir, entender el porqué lo estamos viviendo y obtener una lección. Cada uno tiene la oportunidad, en este encierro, de realizar una introspección personal y evaluar su aporte a la energía universal; puede sonar etéreo, pero somos energía o el movimiento que transforma, que entrega y recibe y esa dinámica aporta o destruye al medio en el que vivimos: familiar, social, para uno mismo y para el gran universo. 
Es duro decir que la humanidad merece esta pandemia, tal vez sí, o no; o más bien, algunos sí y otros sin motivo; en todo caso está aquí y reta, con ferocidad, al gran conglomerado humano. A veces se pudiera pensar ¿Qué obtengo tratando de cooperar con el medio ambiente si una mayoría lo explota sin misericordia? ¿De qué sirve que no use plástico si una transnacional produce cada día millones de botellas? ¿En qué ayuda el que ahorre agua o luz si tenemos parques industriales al doscientos por ciento de su capacidad contaminando por doquier? Y en el ser ¿Cómo coopero con la superación de las crisis humanas? o lo que sería ahora, desde la cuota de poder individual ¿Mi actitud ha aportado o agravado este proceso humano?  
Y aquí viene un principio hermoso del Dalai Lama, gurú del budismo tibetano: “Nuestro propósito principal en esta vida es ayudar a los otros y si no puedes ayudarles, por lo menos no les hagas daño”. A mi entender, como alguien que cree en sentir la vibra o la onda de las personas, antes que en palabras y apariencias, esto aplica a todo aquello con lo que tenemos un intercambio permanente, más allá de la gente:  el mar, el aire, la montaña, el agua, los animales, los árboles. 
Sí, la bondad que les entreguemos será recompensada y aunque no podamos percibir ese galardón de manera tangible, debemos estar conscientes de que estamos compartiendo amor y cuidado a la casa que nos acoge desde tiempos inmemorables; aquella, la matriz o fuerza creadora de la Tierra que permite la vida y que hoy requiere un reinicio para abrirse paso sobre el Hades. 
Que esta cuarentena nos haga mejores seres humanos y nos reprograme más cercanos a la espiritualidad, a la compasión, a la generosidad, a lo de adentro; que este silencio responda al abatimiento.
 
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