El impacto mundial del COVID-19 (una partícula biológica ultramicroscópica que, por su tamaño y estructura bioquímica no le alcanza ni siquiera para ser considerada una célula microscópica),
está evidenciado por los miles de muertos y contagios que está generando en casi todo el planeta Tierra, provocando como efecto colateral una sin precedentes recesión económica global. La magnitud de este impacto debe meternos en una profunda reflexión sobre lo impreparadas que han estado casi todas las naciones.
Desde mi perspectiva de médico basado en mis lecturas actualizadas, mi miedo o preocupación no se fundaba en el fácil riesgo de contagio ni en el porcentaje de mortalidad, afortunadamente bajo en comparación con otras enfermedades contagiosas. Lo que me quitaba el sueño era ver el pánico en que cada día la gente de los países fuera de China mostraba.
Presente ya en nuestro país, este agente patógeno y antes de detallar lo que realmente es preocupante, me permito afirmar que con las medidas de restricción de la movilidad ciudadana, cumpliéndose en buena medida, no llegaremos ni a los 2 mil casos positivos, ni a 100 fallecimientos por causa del COVID-19.
Mi reflexión e inquietud se basan en lo que está ocurriendo en nuestro país y continente. El pánico, igual que en otros países, las medidas de restricción de la movilidad también, no así el impacto económico y social, más grave en nuestro Ecuador que en Europa, EE.UU. y otros continentes. Esto debido a que tenemos cerca de un millón de familias pobres que viven de su trabajo diario en el único lugar posible (las calles y demás lugares públicos, vendedores de diferentes artículos de consumo). Los decretos de inmovilidad ciudadana se están cumpliendo casi en el ciento por ciento en la mayoría de ciudades, lo cual cortará la cadena de contagios, eso es positivo sin lugar a dudas.
Pero confieso que mi real preocupación es por todos estos hombres y mujeres que subsisten de lo que venden cada día, por lo que me atrevo a preguntar qué están haciendo el Gobierno nacional y los gobiernos locales para atender esta arista del problema. Por las informaciones oficiales se conoce que el Gobierno no ha considerado aún una ayuda puntual para este segmento de la población, Ojalá el Gobierno central y local tengan encuestados el número de familias que dependen exclusivamente del trabajo diario en las calles y adopten medidas de suplencia alimentaria para ellas.
Sugiero que el COE disponga que el Ministerio de Salud invierta de manera inmediata y sin restricción en las pruebas de detección temprana masivas de los contagiados asintomáticos y los que entran en cuarentena. No es posible tener represados sin el examen a estos esperando que tengan los primeros síntomas, olvidando que este virus contagia de forma rápida en la fase sin síntomas. De última hora la OMS está recomendando esta estrategia bajo el lema “Pruebas, pruebas, más pruebas”.
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