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Pelotazo le quita la vida a joven en Montecristi

Ronald Mera estaba jugando indorfútbol en una calle del barrio Tierra Santa, y murió al recibir un pelotazo en el pecho.

Martes 16 Julio 2019 | 11:00

Su muerte se produjo el domingo aproximadamente las 18h30 en Montecristi. 

Un amigo fue a su casa para invitarlo a jugar un partido en una improvisada cancha, en la calle polvorienta. 
Hernán Mera contó que su hijo estaba feliz ese día porque había logrado cumplir el sueño de tener un carro.
El hombre, de 19 años de edad, unas horas antes había terminado de cambiar las cuatro llantas de un auto que recién había comprado. 
“Pero la felicidad duró poco. Su muerte ocurrió en cuestión de segundos. Al recibir el pelotazo en el pecho, mi hijo se cayó, luego se levantó, corrió tres segundos tras el balón y después se desplomó”, expresó. 
Los testigos informaron que la muerte fue inmediata. 
Los amigos llamaron al Servicio de Seguridad ECU-911, y en una ambulancia Ronald fue trasladado al subcentro de salud Daniel Acosta, en la parroquia Eloy Alfaro de Manta, donde los médicos comprobaron que su corazón había dejado de latir.  
“Mi hijo era deportista. No sufría del corazón ni de enfermedades. Era una persona sana que no tomaba ni fumaba”, expresó el padre. 
Leonor Mera contó que su sobrino había comprado el carro con los ahorros que había hecho trabajando en una fábrica de atún.  
Ella contó que Ronald había acudido al cantón Santa Ana con su madre, Betty Loor, a visitar a varios parientes, pero el domingo decidió regresar a Tierra Santa porque quería cambiarle las llantas a su vehículo. 
“Él estaba muy emocionado con su carro, y su muerte ocurrió cuando había terminado de cambiar todas las llantas. Los compañeros contaron que mi sobrino suspiró tres veces, y al final cerró los ojos y falleció”, expresó la tía.
Los agentes de la Unidad de Muertes Violentas de la Policía de Manta hicieron el levantamiento del cadáver y trasladaron el cuerpo al Instituto Forense. 
LA MADRE. Ayer, mientras retiraban los restos de Ronald en una carroza de la funeraria San José, Betty Loor lloraba por la muerte de su hijo en la entrada de la morgue.
Estaba desconsolada. “Hijo mío, ¿por qué te fuiste? ¿Por qué nos dejas así?”, se preguntaba entre lágrimas.   
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