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INCLUSIÓN
Preparan sus manos para quitar el estrés

Gracias a una iniciativa de la Universidad Técnica de Manabí, un grupo de no videntes se capacita en técnicas de relajación.

Lunes 24 Junio 2019 | 11:00

Son doce personas, como los discípulos, pero, a diferencia de aquellos bienaventurados, que podían obrar milagros, ellos andan en busca de uno que les cambie la vida: el de poder trabajar como si la luz habitara en sus ojos.

Son de Portoviejo, Manta, 24 de Mayo, y todos los viernes, por dos horas, confluyen en la Facultad de Educación Física de la UTM para ser parte de un programa de inclusión que comenzó en el año 2017 y que tiene que ver con la enseñanza teórico-práctica de técnicas de masaje para la relajación del cuerpo. Actualmente cursan el tercer semestre, del cual deben cumplir 160 horas.
“Para nosotros esto tiene un impacto tremendo, porque vinieron aquí en cero, aprendieron y, dando un servicio a la sociedad, están teniendo ganancias”, explicó Eliécer Rodríguez, director general de Vinculación de la UTM.
Los primeros. Rodríguez señaló que se trata de un proyecto pionero que buscará la vinculación de los no videntes en la universidad, centro de estudios que es uno de lo que más importancia les da a la inclusión.
Parte fundamental de este proyecto es Óscar Mera, docente de la Facultad de Educación Física, quien considera que toda la universidad es parte de él.
“Lo que queremos como universidad es darles una herramienta para que puedan defenderse por sí solos”, indicó Mera. Agregó que ya hay dos personas, oriundas de Manta, trabajando con ellos.
Los alumnos. Álex Indarte, quien tiene un 90% de discapacidad visual a causa de dos accidentes, indicó que uno de los objetivos es lograr acercamientos con empresas, para darles el servicio a trabajadores que estén afectados por el estrés. “Esto es muy bueno porque nos permite tener un ingreso y ser útiles a la sociedad. No podemos ver, pero todas nuestras demás capacidades las tenemos muy bien desarrolladas”, dijo Indarte, quien además es jugador de ajedrez.
A Ángela Alay Pibaque, oriunda de 24 de Mayo y con una discapacidad visual del 70% a causa de un glaucoma congénito, le pareció muy bonito “porque uno ha aprendido lo que nunca nadie ha enseñado”.
Jhonny Sánchez, de Portoviejo, de 47 años, “ya casi ciego por una retinosis pigmentaria”, agradeció a Dios y a la universidad por haber hecho convenios con la Asociación de Ciegos de Manabí, ya que “gracias a ellos hemos recibido mucha ayuda”.
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