El 25 de junio se cumple un año más de su natalicio. Su vida sirvió de ejemplo para que luego miles de mujeres latinoamericanas se formaran en las ciencias médicas. 

En nuestro país, Matilde Hidalgo fue la primera ecuatoriana que ingresó al selecto grupo de médicos en 1919 que hasta entonces solo estaba destinado al sexo masculino. Las doctoras Eloísa Díaz y Matilde Hidalgo tuvieron algo en común, fueron sus propios méritos, sus capacidades intelectuales y su tenacidad  las que las llevaron a cumplir tan  importante meta. 

No necesitaron de puntajes extras, ni de tratos especiales por encima del resto. Hoy la mayoría de profesionales médicos que egresan de las universidades son mujeres y cada una cumplen roles transcendentales en el campo de la salud. Hace pocos días la administración municipal de la ciudad de Quito, en su objetivo de llenar las vacantes de administradores zonales, impuso dentro de los requisitos un puntaje de 10 puntos añadidos si el participante es femenino. 

Es evidente que el populismo de género está en marcha. No se puede objetar que la inequidad de género es un problema que carcome los cimientos de la sociedad, según el Foro Económico Mundial, la paridad política en género podría lograse en 106 años.  Se ratifica que la inequidad de género es un tema que resolver, pero que no se resuelve con otra desigualdad, o con medidas discriminatorias al sexo opuesto. 

Las capacidades intelectuales, las ideas, no son propias de un género, raza o condición social o económica.  Los gobiernos seccionales deberían hacer cosas más inteligentes para combatir la inequidad de género, basados principalmente en la educación y en la promoción de valores que germinen desde los hogares, las instituciones educativas, las plazas y las calles de la sociedad.