Brissa murió hace dos años, pero el dolor para la familia era como si todo hubiera sido reciente.

Tenían sentimientos encontrados. En medio de la tristeza, se sentían aliviados de tener un cuerpo que enterrar y un lugar que visitar en el cementerio.

Laura Palma explicó que fueron dos años muy duros, de trabajo incansable para hallar y sepultar a su hija.

Brissa Ochoa fue reportada como desaparecida en junio del 2017 cuando tenía 15 años de edad.

Su madre explicó que entonces residían en Santo Domingo de los Tsáchilas, pero por problemas personales decidió mandar a Brissa a vivir con unos familiares a la parroquia Crucita de Portoviejo, de donde son oriundas.

Desaparición. Laura Palma detalló a los medios de comunicación que su hija vivió un tiempo en Crucita, pero al parecer habría decidido regresar a Santo Domingo sin decirle a nadie y por eso denunciaron su desaparición.

Según la madre, lo último que supieron de Brissa fue que estaba en una fiesta de cumpleaños en la cooperativa Che Guevara, de Santo Domingo.

“Recibimos mucho apoyo de la Fiscalía y la Policía, que incansablemente nos ayudaron a buscar a Brissa hasta que (en octubre del 2018) conocimos que su cuerpo había sido sepultado en Santo Domingo, en la vía a Colorados del Búa y, efectivamente, allí la Policía encontró algunos de sus restos, pues no se ha localizado un brazo y una pierna”, relató la madre.

La mujer dijo que identificaron el cadáver por la ropa que tenía y por un tatuaje que se había hecho, pero esto no fue suficiente para que les entregaran el cuerpo.

Aún tenían que realizar pruebas para corroborar que se trataba de Brissa. Por eso, los restos fueron llevados al centro forense para someterlo a análisis.

Esta semana por fin les entregaron el cuerpo y ayer a las 16h00 lo sepultaron en el cementerio Jardines de Manabí, en Portoviejo.