Ella es fundadora de esta  ciudadela y menciona que en aquella época eran pocas las viviendas que había. Todo era montaña, donde las culebras rondaban y un caballo a la medianoche hacía sonar sus patas.

Mercedes dice que jamás pensó que el sector se iba a poblar tanto, pero con el tiempo empezó a tener nuevos vecinos, con los que ha mantenido una buena relación y destaca la unión del sector.

De los servicios básicos tampoco se lamenta, aunque en la parte alta de esta ciudadela aún no cuentan con el servicio de agua potable. La calle Mariscal de Ayacucho también se ha deteriorado y los carros que transitan levantan nubes de polvo, señala Mercedes.

“Aunque comamos polvo es una ciudadela muy unida”, comenta la mujer, al destacar la obra que el municipio realiza, con la colocación de tuberías para que la zona alta cuente con el servicio de agua potable.

Richard Pino, superintendente del proyecto, dijo que 600 familias de esta ciudadela son las que contarán con el servicio en unos dos meses, cuando 

estén culminados los trabajos.