El matrimonio civil igualitario (unión entre personas del mismo sexo) no daña a tu familia. No intenta terminar con el modelo de familia en el que creciste y que seguramente quieres reproducir cuando te cases.
Tampoco te obliga a que te cases con una persona del mismo sexo. No. Al igual que el matrimonio entre parejas heterosexuales, será opcional.
Es solo darle el derecho a una minoría social de gais, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales (GLBTI) a que unan sus vidas a la persona que aman y que esto sea reconocido legalmente por el Estado ecuatoriano.
Es una cuestión de derechos, no de moral ni de dogmas religiosos. “Todos somos iguales ante Dios y ante la ley”, repiten los católicos. Pero parece que no entienden lo que significa esta frase cuando se oponen a que las minorías consigan lo negado siempre: plenos derechos.
Este país, hoy o mañana, debe caminar hacia una sociedad donde realmente todos seamos iguales, no solo en letras y en cantos floridos.