Restos de abacá que parecieran inutilizables, con embobinados pasan por los equipos dando como resultado cabos que luego son entregados en las bodegas para amarrar los grandes bloques a exportar. 

Lleva alrededor de 20 años en este oficio.

Jorge arma 15 rollos diarios, el precio por kilo es de 50 centavos.

Aspira a la capacitación por parte del Ministerio de Productividad (Mipro), pero hasta ahora eso no ha sido posible. Ya ha enviado su producto a Manta para empresas pesqueras. Dice que la industria piensa sustituir sus cabos más adelante por el nailon por temas ambientales, por ello trabaja en armar otra máquina para cabos de dos pulgadas.

Silvia Manguis es otra artesana, arma artículos para el hogar: tapetes, individuales, muñecas, bolsos, llaveros, sombreros, decoraciones y sandalias.

Ella conoce del arte por familia, es oriunda de Chimborazo, allá trabajaban con lana, pero en Monterrey encontró en el abacá su material ideal.