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Una vez conocidos extraoficialmente los resultados de las elecciones, realizadas el domingo 24 de marzo del 2019, en la “república banana”, como era de esperarse, empezó el show más sorprendente de los candidatos, de los fanáticos de los políticos y de los dirigentes de los partidos y movimientos. En tal sentido, la población soportó tres traumatizantes momentos. El uno, la campaña que, sin ningún control, contaminó lo auditivo y visual de los ciudadanos; otro el día la las elecciones lleno de ofertas y demandas; y finalmente los días que, no se sabe hasta cuándo durará la verificación y proclamación de los resultados.
El show tiene que ver con la guerra mediática, entre los que creyeron y estaban convencidos de que debieron ser electos autoridades seccionales, porque así lo sentían en sus bulliciosos encuentros de campaña con sus electores y así lo decían sus contratadas encuestas y exit poll, y los que en algunos casos con sorpresa y en otra por sus propios méritos de servicios a la comunidad, reflejan sus nombres favorecidos en la página on line del CNE.
Este show nos presenta casi la misma historia de las anteriores elecciones, solo en algunos casos se ven cambios de actores, pero el libreto es el mismo: desconfianza total de todo el sistema electoral, desde los miembros de las juntas, de los servidores policiales y militares, desde los candidatos, desde los representantes y veedores nacionales e internacionales, hasta los miembros del Consejo Nacional Electoral, todos no coinciden y tienen sus propias versiones.
Cuando en otros escenarios políticos del mundo, es normal que un candidato acepte los resultados del soberano, aquí en la “república banana” eso es raro, siempre existen los pretextos, el más fuerte es el fraude electoral, de cuya costumbre mutuamente se mofan, por eso es que los partidos y movimientos, antes que elaborar un serio programa de gobierno, que los obligue a cumplirlo, gastan sus energías en negociar y “muñequear” para tener de su lado al CNE, provincial y nacional, para que les garantice un cargo de elección popular.
Ayer fue el movimiento PAÍS, que durante 10 años tuvo el poder absoluto en el CNE, lo que le valió que siempre sus opositores lo estuvieran acusando de fraude electoral, el último fue entre Lasso y Moreno. Hoy ya ese poder del Estado se lo han repartido varios partidos y movimientos, ahora son los “correístas” los que ponen en duda los resultados electorales que se están procesando. Mañana de seguro cambiara el péndulo y así cada día la democracia se debilitará, en cuyo escenario seguirán pescando a río revuelto los mismos de siempre.
Newton, Charpy y Foucault, los grandes científicos del péndulo, jamás se imaginaron que su invención serviría para torcer la voluntad popular.
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