Tras las elecciones hay muchos temas para analizar y debatir en el país; algunos pueden representar discusiones simples y otras polémicas.

 

La estructura del sistema electoral y de conformación de las instituciones llamadas a llevar adelante las elecciones, es uno de ellos. Si bién una composición variada como la de ahora, es mejor que la del único partido dominando de forma camuflada el Consejo Nacional Electoral, es preciso que se evalúe la fórmula multirepresentativa para mejorarla. Lo ocurrido en Manabí, con los repetitivos cambios de vocales y presidentes y lo que eso significó en consecuencias, tiempos y dudas, entre otros temas, justifican una reflexión.

Un valor fundamental de la democracia es la posibilidad de elegir voluntariamente lo que se hace o no, por lo que la obligatoriedad del voto, una de las consecuencias básicas de esa libertad, debe ser reflexionada.

El financiamiento de las campañas políticas de parte del Estado también debe discutirse; los candidatos realmente están usando más recursos que los que le asigna oficialmente, salvo en la publicidad formal, que es lo que controla el Estado. Además, la realidad económica del país amerita que se analice; pero aún si se mantiene, hay que eliminar los límites de los montos que los candidatos pueden invertir en determinadas cosas. La gerencia de campaña debe tener la libertad de elegir su uso según sus prioridades.

Hay que evaluar, y con seguridad desechar, ese poder otorgado al Estado para que determine qué publicidad se puede difundir o no.

Hay que analizar los métodos de reparto de escaños o representación que se usan. Las minorías, están quedando relegadas por las grandes fuerzas políticas que sólo se turnan o cambian de elección en elección.

El sistema de entrega de resultados amerita ser analizado.

El voto electrónico es una opción que se debe discutir.