Él se considera un luchador y un agradecido de Dios. “Vengo de una familia y una ciudad muy humilde”, dice el defensa guaraní, quien recuerda su pasado con orgullo.  

“En casa nunca faltó nada, pero tampoco sobraba, desde los siete años ya le ayudaba a mi padre a hacer flete en una carreta que era halada por un caballo. Mientras que los domingos me iba a las canchas donde había partidos a vender empanadas”, señala Marcos, quien también trabajó  como ayudante de albañilería y estibador. 

El paraguayo recuerda que para cumplir su sueño de ser futbolista tuvo que cruzar la frontera cuando sólo tenía 18 años de edad. “Salí de mi país en busca de un futuro mejor para mí y mi familia, viví tres años en Argentina, jugué en Huracán, pero tuve dos lesiones - fractura del peroné de la pierna derecha y rotura del hombro-, que en un momento me hicieron pensar en dejar todo a un lado, pero el amor por el fútbol  me dio fuerzas para cristalizar mi sueño”, menciona el jugador, quien también en suelo gaucho trabajó varias veces como niñero para poder subsistir. 

Ecuador. Delpadre recuerda que Liga de Portoviejo le cerró las puertas en el 2016, luego de que el técnico de ese entonces (Miguel Parrales) no lo considerara. “Él me dijo que quería gente con mayor experiencia”, cuenta. 

Tras ese trago amargo llegó a Manta FC. Luego se sumó  a Macará y posteriormente a Aucas, equipos con los que logró el ascenso a la Serie A. 

Con ese éxito, Delpadre llegó a Liga y ahora cumple su segundo año con el club, donde se ha convertido en uno de los bastiones de la zaga. “El año pasado estuvimos cerca y este 2019 vamos por el ascenso”, indica. 

Liga mide este viernes (20h00) a Atlético Porteño en el estadio Reales Tamarindos, y Delpadre ya le envió un mensaje al delantero Daniel Néculman, quien el año pasado fue su compañero en la ‘U’. “Sabemos la clase de goleador y la exigencia que vamos a tener, pero yo siempre digo que en la cancha no tengo familia”, destaca.