Actualizado hace: 930 días 1 hora 8 minutos
Portoviejo.
La esperanza de justicia es lo único que no pierde una familia

La apariencia de hombre duro quedaba de lado cuando algún problema social tocaba a su puerta y lo afectaba.

Miércoles 15 Agosto 2018 | 10:00

Abel Gualberto Navia Vera, de 71 años de edad, no tenía reparos para meter la mano al bolsillo y pagar la cuenta de alguien que en verdad lo requiriera. “Varias veces lo hizo cuando iba a la farmacia y notaba a alguna persona en aprietos económicos”, dijo Ana Loor, esposa del referido. 

Agregó que era una persona estimada y apreciada en  la parroquia Riochico, donde vivía. 
A pocos meses de cumplir dos años de fallecido, en su casa sienten su ausencia y esperan que las investigaciones policiales, así como en la Fiscalía, den resultado más tarde que temprano, y se castigue así a los responsables de su muerte. 
“Quedaron muchas pistas en la escena del crimen y confiamos en que la justicia haga presencia, ya que apagaron la vida de una persona positiva para la sociedad”, precisó Alfred Navia, hijo del victimado. 
>Solo. La muerte de Abel Navia se produjo en una finca de su propiedad localizada en el sitio La Balsita de Riochico, lugar donde lo encontraron sin vida.
Esa noche, previo al hecho de sangre, Navia se encontró con uno de sus hijos en la casa de El Corozo (también de Riochico), ya que compartía el tiempo entre las dos propiedades.
Según su esposa, padre e hijo saludaron y el segundo de ellos dijo que tenía una gallina para “echar” y entonces su progenitor le ofreció huevos de gallina criolla que tenía en la finca.
Entonces quedaron de encontrarse allí. El reloj marcaba las 19h30.
>Encuentro. El hijo intentó ir en moto, pero no le prendió. Entre tanto su papá avanzó en su camioneta.
El vástago decidió avanzar en una volqueta y cuando llegó a la finca notó que todo estaba oscuro. Dirigió las luces intensas hacia el carro de su papá y vio un cuerpo junto al automotor.
Optó por acercarse y saber de su estado, pero notó que estaba sin vida, así que reportó el suceso a la Policía.
Los agentes policiales cercaron el lugar y recogieron evidencias. 
“Había muchas huellas”, dijo Alfred Navia.
El hombre recibió una golpiza. El maltrato estuvo dirigido a la cabeza.
En el sitio los investigadores encontraron tres balas calibre 38, así como otras cosas que están bajo reserva y que no se mencionan para no entorpecer la investigación. 
Abel Navia era agricultor, y cargaba consigo dinero de la venta de coco de días anteriores. También portaba una moneda de oro antigua, la cual no apareció por ningún lado. 
“Nunca hemos dudado de la seriedad de la investigación policial”, mencionó la viuda.
 
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