Actualizado hace: 937 días 13 minutos
Germán Gallegos
Un baño de verdad a los subsidios

La ley natural es que las especies sobreviven cuando la propia naturaleza se encarga de devorar al más débil, si se aplica una ley que los protegerá, en el tiempo la genética de estos se hará frágil y desaparecerán. Si protegemos a la industria débil jamás tendremos una industria y un país capaz de competir en un contexto agresivo, donde solo sobreviven los más fuertes.

Martes 14 Agosto 2018 | 04:00

Cuando un candidato o funcionario público dice “vamos a proteger a nuestros productores más débiles”, está condenando al país a seguir destacándose, pero entre los  mediocres.
Para que un gobierno desde su ámbito de competencia nos conduzca por el camino de la competitividad, se requiere, entre otros factores, incentivos tributarios, pero que produzcan innovación y no un estancamiento en la productividad de las empresas, tal como se podría visualizar en la Ley para el Fomento Productivo.
Este proyecto de ley, en su capítulo correspondiente, es más de lo mismo de las políticas para nuevas inversiones de los últimos 50 años en América Latina, que no deja de ser mala, pero tampoco lo esperado para que proponga un impulso efectivo. Incentivar las nuevas inversiones con  exoneraciones tributarias es una forma de subsidio que desestimula la innovación; es dicotómico hablar de protección  y por otro decir que Ecuador será un país de innovación.
Esta  forma de subsidio, que no hace más que proponer empresas de baja productividad, que de hecho estas tendrán mercado pero a expensas de empresas más productivas, lo que no hace la innovación lo hará el subsidio y esto último deja un futuro poco promisorio para el país. Sin embargo, conduce a una importante rentabilidad política a cualquier gobierno o quizás solo amortiguar el impacto con la eliminación casi insostenible al subsidio de ciertos combustibles. 
Bien se puede completar esta ley que privilegia a las industrias nacionales nacientes con otra ley de  innovación tecnológica, de no hacerlo la pregunta consecuente es: ¿qué pasará cuando se terminen las exoneraciones o subsidios? La respuesta es sencilla: la mayoría desaparecerá y en el mejor de los casos unas pocas crecerán, las que entendieron que la vía es la innovación. 
La ley de Fomento Productivo es corta, básicamente privilegia a las nuevas inversiones, sean o no competitivas o que traigan una propuesta de valor interesante, lo que hace presumir que en el tiempo estas no sean productivas o poco competitivas, básicamente porque nacieron con el único estimulo de la exoneración.
Señores ministros esta ley no contribuye a mejorar la capacidad competitiva, si creará empleo aunque se puede inferir que este sería de baja productividad. Mejor por qué no les enseñamos a pescar en lugar de dar el pescado; lo dicho con exenciones tributarias deducibles por capacitación o asesorías para que la inversión solo sea con tecnología altamente competitiva. 
En conclusión, los subsidios pueden ser buenos si estos están bien estructurados y encaminados a desarrollar una oferta exportable que estimule la innovación. 
 
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