Según Teresa Cedeño, esos lotes -10 hectáreas- fueron gestionados por la Fundación Jehová Yireh, la cual las adquirió a los herederos de la familia García. 

Sin embargo, recordó que debieron soportar una serie de conflictos legales que los llevó al distanciamiento con la fundación. 

Desde esa época, Cedeño dice que les falta de todo y “lo único que tenemos es el alumbrado eléctrico desde hace año y medio gracias a la iniciativa nuestra”.

“Lo que más se necesita es el agua potable -la compran a los tanqueros a $1 el tanque-, pero también el alcantarillado y que arreglen las calles, que en invierno se transforman en un lodazal”, dice Cedeño, quien reconoce que las obras no les han llegado porque no tienen sus escrituras legalizadas, cuestión que está en trámite en el municipio.

Según Wilson Ponce, director técnico de Portoaguas, el lugar se halla dentro del Plan Integral para la Zona Norte, que está siendo revisado para su ejecución.