Ramón Arístides Cedeño Montes se llamaba el adolescente, quien el 14 de julio de 1995 fue victimado de una cuchillada en el cuello, hecho que empañó la fiesta realizada en homenaje a los apóstoles.

 

Sorpresa. Arístides Cedeño recordó que el día en que se suscitó la desgracia estaba en su casa descansando. Eran alrededor de la 01h30 cuando uno de sus familiares lo llamó para informarle de lo acontecido.

No lo podía creer, ya que su hijo era un muchacho sano y muy alejado de los problemas, así que dudaba en dar crédito a las palabras de su pariente.

Cuando fue, según dijo, al sitio del suceso, se encontró la realidad. El tercero de sus seis hijos yacía inerte en la calle donde solía jugar índor.

Arístides se resignó tras constatar el rumor.

Hasta ese momento, precisó, nada le había dolido tanto como la muerte del chico a quien cargó en sus brazos, guió en sus primeros pasos y le enseñó a golpear la pelota.

“Es duro. No hay palabras para describir lo que siente una persona cuando pierde un hijo”, declaró.

La velación fue en casa de los padres, en las calles Sucre y Ricaurte, allí llegaron las amistades para despedirlo.

El “Doctor” era un aficionado del índor y muchas veces su papá le pedía que vendiera lotería si quería ir a la práctica deportiva.

Y como tenía habilidades con el balón sus amigos de equipo le ayudaban a vender para desocuparse temprano, así tenían más tiempo para jugar con la pelota.

 

Fuga. Sobre el autor del asesinato, expresó Arístides, solo le llegaron rumores y nada concreto; por eso optó por llorar a su hijo y dejar la justicia en manos de Dios.