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Quevedo
Una linda madre de corazón

"El parto es un acto de la naturaleza, la adopción es un acto de Dios”, indica Hilma Jiménez, de 52 años. Para ella la “sangre solo hace parientes y el amor hace la familia”.

Domingo 12 Agosto 2018 | 10:00

Esas frases la dice frecuentemente mientras observa a Gabriel, su hijo adoptivo. 

A él le diagnosticaron, desde el nacimiento, parálisis cerebral infantil. 
Tiene el 90 por ciento de discapacidad física, sin embargo, la enfermedad de Gabriel no fue impedimento para que Hilma, quien es madre de cinco hijos, le abriera las puertas de casa y de su corazón.
Él (Gabriel) tenía dos años cuando Irma lo acogió. 
“Nadie lo quería por la discapacidad, yo lo recibí con amor. Para mi es mi hijo, nunca le ha faltado la comida”, indica con voz firme.
Ella es de carácter fuerte, una mujer de decisiones firmes, y una “leona” a la hora de defender a sus hijos.
Amor de madre. A pesar de sus limitaciones económicas, su blando corazón y el amor a los niños la motivaron a  que no solo acogiera como hijo a Gabriel, también lo hizo con Kasandra y  Alfredo, los tres, de 19, 14 y 13 años respectivamente,  viven con ella junto a sus otros cinco hijos y sus nietos. 
Por su discapacidad, Gabriel siempre tuvo más cuidados. La Falta de una silla de ruedas hizo que él se desplazara con sus manos y pies. Después de movilizarse con dificultad por 19 años pudo conseguir una silla de ruedas a través del Mies. Diariamente Hilma lo cuida, lo asea y lo ayuda alimentarse. “Mi hijo mentalmente es sano, es muy inteligente, todo capta, escucha muy bien, es alegre, y cariñoso”, confiesa mientras acaricia el cabello de Gabriel que permanece sentado en su silla de ruedas. 
Historia. La madre biológica de Gabriel se lo entregó cuando tenía dos años, luego de eso nunca más supo de ella.
Lo mismo pasó con los padres de Kasandra y Alfredo, a quienes les dio hasta el apellido.
”Nunca me desesperé, en todo hogar hay momentos difíciles, pero en mi familia nunca ha faltado un plato de comida, todos mis hijos han tenido sus cosas yo he estado para ser más que su madre su amiga”, comenta precisando que no hay diferencias entre sus hijos de ‘sangre’ y los adoptivos.
“Se quieren y se respetan, nunca han discutido por que son adoptados o no, ellos saben que no soy su madre biológica pero me quieren y me respetan”, señala indicando que siempre “el que menos tiene es el que más da en la vida”.
“Los niños necesitan saber que existe un orden y unas prioridades, Dios, la familia, la fe y el trabajo, cumpliendo ese orden viviremos siempre en paz y armonía, confiesa.
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