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Educación
Consumen droga hasta en las aulas de clases

“Fabricio” empezó a consumir heroína desde los 15 años. La primera vez que lo hizo fue incentivado por sus “amigos” dentro del colegio.

Domingo 12 Agosto 2018 | 11:01

No le costó nada porque se la regalaron, pero luego empezó a comprar la droga conocida como “H”.

Sus padres no se imaginaban lo que estaba haciendo. Empezó a robarles dinero, vender sus ropas con tal de conseguir algo de plata. Se volvió adicto a esta droga.
“Fabricio” estudiaba en  un colegio de Jipijapa de donde fue expulsado porque lo encontraron consumiendo droga junto a otros compañeros. “A la mayoría nos expulsaron. Ahí me cambiaron de colegio, pero no me querían recibir porque tenía problemas con las drogas”, confiesa.
“Patricio” tiene 15 años y a los 13 años empezó a vender “H” dentro del colegio motivado por uno de sus primos. “Como ya conocía a las ‘pintas’ empecé a vender droga”, revela.
La noticia de que vendía esta sustancia se regó dentro de la institución y no fue necesario seguir ofreciendo, pues los propios estudiantes le empezaron a preguntar por la “H”.
Conseguía la droga la conseguía en el cantón Pedro Carbo, provincia de Guayas.
“Fabricio” y “Patricio” (nombres protegidos) están en proceso de rehabilitación, y aseguran que es común ver a estudiantes consumir droga dentro de los colegios e incluso en las aulas de clases.
Ellos ya no lo piensan hacer. Desean ser nuevas personas y continuar con sus estudios, afirman.
Planteles. Según el Ministerio de Educación, en Manabí existen 1.858 unidades educativas. En muchas de ellas han instalado cámaras de seguridad al prevenir este problema.
En instituciones de Paján, Jipijapa, 24 de Mayo, Manta, Portoviejo, Chone, El Carmen, y otros cantones, se han detectado casos de consumo de droga dentro de los planteles.
De acuerdo a datos de la Fiscalía de Manabí, desde enero hasta mayo de este año han receptado 23 denuncias por tráfico ilícito de sustancias sujetas a fiscalización, que es sancionado por el artículo 220 del Código Orgánico Integral Penal (COIP).
En los últimos cuatro años, 286 casos fueron judicializados por la Fiscalía de Manabí, y en estos delitos se han visto involucrados menores de edad.
Jipijapa aparece como el cantón con mayor incidencia de los menores con 90 casos; seguido de Manta con 73 y Portoviejo con 49 (ver mapa).
Desde el Departamento de Consejería Estudiantil (DECE) del distrito de Educación de Portoviejo se indicó que por este problema han establecido dos rutas: La de uso y consumo de droga, y la de comercialización y expendio.
En este distrito, cada mes se detectan entre ocho y diez estudiantes consumiendo droga en planteles educativos.
En estos casos se hace una valoración al alumno y su familia. Además, se envía al estudiante al Ministerio de Salud Pública (MSP) para que sea atiendido.
Pero si se detecta que el menor es expendedor, se llama a sus padres y a la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen), para que realicen el proceso.
Si la falta es considerado como grave en el marco legal, el estudiante es expulsado por 15 días y también ingresa a un proceso de formación. 
“Hay muchos padres de familia que no aceptan la problemática de sus hijos. Allí sí que es un poco difícil, porque nos ha tocado que se remite al estudiante al Ministerio de Salud, pero a las citas no acuden”, menciona una funcionaria del DECE, quien pidió el anonimato.
Docentes. El consumo y expendio de droga dentro de los planteles educativos no es extraño para  los docentes, aunque varios de los consultados por El Diario prefirieron callar.
En el caso de “Alberto”, aceptó hablar bajo ese nombre.
Él ha sido docente en tres instituciones educativas de Portoviejo, y asegura que poco pueden hacer porque se sienten “maniatados”.
“Nosotros sabemos quién consume, quién trae y expende la droga, pero la ley no nos permite requisar las mochilas de los estudiantes”, señala “Alberto”, al afirmar que para ello deben llamar a la Policía y otras entidades, pero no siempre acuden.
Asegura que no se puede controlar el consumo de sustancias debido a que los menores cada vez se las ingenian para hacerlo. “Cómo se puede controlar si un estudiante en la tapa del lapicero puede cargar H”, comenta.
“Alberto” considera que el DECE también está “atado” porque tienen que cumplir con las rutas y protocolos.
“El problema actual en los estudiantes es parte de la familia. Es ahí donde se enseñan valores, en las instituciones educativas se enseñan conocimientos”, señala el docente.
Para él, los propios padres deben revisar las mochilas de sus hijos para constatar si poseen algún tipo de droga.
Paola Dávila, jefa provincial de la Dinapen de Manabí, reconoce que no pueden realizar controles en los planteles mientras no sean solicitados por los rectores o el Ministerio de Educación.
“Cuando se presenta dentro de los colegios (consumo de droga), previo oficio por parte de los rectores de las instituciones educativas a la Dinapen, nosotros realizamos la coordinación directamente con los funcionarios para las capacitaciones al interior del colegio”, menciona Dávila.
Insiste en que no pueden actuar sin que haya una solicitud debido a que ese es el trámite del Ministerio de Educación.
El Diario solicitó una entrevista con la coordinadora zonal de Educación, pero se indicó que estaba de viaje.
Rehabilitación. Ignacio Navarrete, gerente administrativo del centro de rehabilitación para adictos “La Puerta de Al-Ghani” de Portoviejo, recuerda que hasta el 16 de abril del 2016 contaban con un centro de rehabilitación para menores de edad.
“Eran estudiantes y otros que habían dejado de estudiar”, comenta Navarrete, al asegurar que rehabilitar a un adolescente es más fácil que a una persona que ha consumido droga por décadas.
El tratamiento para la rehabilitación de los menores era por seis meses, pero ahora, en su centro ya no los puede acoger porque requiere de una nueva infraestructura.
Navarrete asegura que los requisitos para poseer una clínica de rehabilitación para menores de edad son más exigentes. “Debe tener canchas de fútbol, piscina, lugares para las charlas, audiovisuales, para terapias ocupacionales, farmacia”, menciona, al afirmar que para ello requiere invertir unos 300 mil dólares.
Cada tratamiento tiene un costo que va desde los 600 hasta los 800 dólares mensuales, indica.
Delia Montero, psicóloga clínica, menciona que muchas veces el problema de los adolescentes inicia con el consumo de alcohol, mientras que en otros casos ingieren marihuana.
“Luego siguen con drogas más duras como cocaína, la heroína, o consumo de medicamentos”, señala la especialista al recordar los casos que ha atendido.
El cambio del comportamiento en los adolescentes, su estado de ánimo, el aislamiento familiar y social, y el bajo rendimiento escolar, son varios de los síntomas que los padres deben identificar, pues en estos casos, sus hijos podrían estar siendo presa de las drogas, alerta la especialista.
Montero mostró su preocupación al atender un paciente que ha consumido la droga LSD, que  “es muy dañina, la persona que consume podría terminar psicótica, perder la razón”, advierte.
Los problemas familiares, la separación de los padres, el maltrato infantil, y la crianza de los menores  con parientes, son varias de las posibles causas para que inicien con el consumo de droga, recalca.
En estos casos, siempre se debe buscar ayuda de un especialista, manifiesta Montero.
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