Vive en la parroquia Valle Hermoso junto a sus padres y hermanos.
En el año 2000 tuvo un accidente mientras viajaba en el balde de una camioneta hacia Puerto Limón.
“Jamás olvidaré ese día. Iba como pasajero porque tenía un puesto de arreglo de relojes allá (en Puerto Limón) y me esperaba un cliente. El carro iba a mucha velocidad y se chocó de frente con una ranchera”, dice.
Medina iba junto a seis ocupantes, ellos murieron, solo él sobrevivió.
Vivo de milagro. Por la gravedad del choque, estuvo seis meses en terapia intensiva en el Hospital Eugenio Espejo de Quito. Fue sometido a varias operaciones en la parte izquierda de su cabeza, donde sufrió un fuerte golpe y le cogieron 350 puntos.
“Mi masa encefálica se salió y todos me daban por muerto. Recuerdo que muchos lloraban y yo sólo los escuchaba”, dice.
Los siguientes 12 años sufría de ataques epilépticos debido a las secuelas de aquel fatal hecho.
Decidió dejar su salud en manos de Dios y asegura que eso ha sido su mejor medicina. “Ya estaba cansado de tomar tanta medicina y gastar dinero. Hace cuatro años no sufro de nada”, manifiesta.
Actualmente se dedica a varias labores como agricultor, estibador, albañil.
Su objetivo es tener un sustento económico estable para ayudar con lo gastos familiares.