Algo que es igual de necesario tener claro es que para construir una amistad sólida y duradera debemos dar lo que esperamos recibir de la otra persona.

“Cada persona es diferente. La forma en la que nos han criado, los golpes y las alegrías que nos ha dado la vida ha ido formando nuestra personalidad y en base a eso entregaremos lo que tenemos a otra persona, sea amigo o pareja”, indica Irina Álava, psicóloga clínica manabita.

Ella agrega que, como dicen por ahí, a los amigos se los conoce en los momentos más difíciles. “A veces nos llevamos bien con una persona, pero no existe mayor grado de confianza, sin embargo eso que le hemos ido dando hace que en el momento menos indicado se muestre el agradecimiento y por allí puede empezar una amistad sincera y fuerte”, dice.

 

Experiencia. Otro aspecto a tomar en cuenta es el tiempo. Las amistades no se construyen de la noche a la mañana, aunque inicien con la afinidad. “En el trabajo, el colegio, la universidad o cualquier otro ámbito de nuestro diario vivir iremos conociendo a muchas personas. Sin embargo, con algunas nuestra relación será mejor que con otras a causa de la empatía o los intereses que compartamos”, comenta el psicólogo manabita Mauro Tuárez.

El paso del tiempo va fortaleciendo esos lazos, al igual que las experiencias que compartimos con nuestros amigos y la forma en la que cada uno actúe ante ciertas circunstancias.

“La lealtad es sin duda el pilar base en una amistad. Esto no significa que siempre debamos llevar el mismo camino que nuestros amigos, pero sí que seamos un apoyo en los momentos difíciles, que podamos convertirnos en personas que ayudan a buscar soluciones ante las adversidades y que no traicionemos la confianza del otro”, agrega Toala.

“Las buenas amistades, además de ser una gran fuente de diversión y placer, también son importantes para la salud física y emocional”, destaca la psicóloga Eva Rodríguez en un artículo para el portal La Mente Maravillosa.