Actualizado hace: 935 días 22 minutos
Diego C. Delgado Jara
Lecciones de Nicaragua

El escritor español Juan Ramón Jiménez concluyó su vida fecunda estableciendo que “El hombre es libre. Su primera virtud, su gran hermosura, su gran amor es la libertad.” No admitía que los seres humanos no aprecien o desdeñen la maravilla de la libertad y sus frutos. Jean Jacques Rousseau (1712-1778), una de las voces más altas de la revolución francesa advertía: “Pueblos libres, recordad esta máxima: Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se la pierde”.

Domingo 05 Agosto 2018 | 04:00

Esta devoción invencible por una existencia sin ataduras ni verdugos, humana por excelencia, es la que se aprecia en la resistencia permanente del heroico pueblo de Rubén Darío y Augusto C. Sandino para no dejarse someter. Esa cualidad tan humana en las colectividades con conciencia cívica explica cómo un pueblo cuyas víctimas se cuentan por cientos siga desarmado en las calles y plazas de Nicaragua oponiéndose al régimen de Ortega y sus paramilitares, que tapados la cara disparan a los ciudadanos indefensos. Conmueve cómo el mismo pueblo que fecundó con su sangre la victoria ante el somocismo ahora la emprenda contra la opresión heredera.
La plana mayor y vanguardia histórica del Frente Sandinista de Liberación Nacional, los que sobrevivieron y vencieron a los Somoza, está contra Daniel Ortega y sus políticas despiadadas contra los humildes y excluidos. La iglesia de los pobres, aquella que también luchó de modo heroico contra la tiranía inhumana de los Somoza, la encabezada por los sacerdotes Ernesto y Fernando Cardenal, sigue peleando -como siempre- por la sobrevivencia digna, libre, justa de sus hermanos. Los verdaderos cristianos y patriotas valoran la certeza expresada por Martin Luther King, premio Nobel de la Paz, cuando enseñaba que “La libertad nunca es dada voluntariamente por el opresor; debe ser demandada y arrancada por los oprimidos”.
Los pueblos y las personas nobles luchan por principios, convicciones, Justicia y libertad. Saben que no puede haber ideología que se justifique si no respeta los derechos humanos y sus garantías fundamentales. Esos valores son irrenunciables enaltecen y preservan la condición humana. 
No defenderlos sería ingresar a un proceso de deshumanización, de degradación consentida. Sobre esta conducta decorosa, Malcom X (1925-1965) escribió: “Estoy a favor de la verdad, la diga quien la diga. Estoy a favor de la justicia, a favor o en contra de quien sea.”
Los métodos represivos que hoy se aplican contra el pueblo nicaragüense, cabe destacar, se los pretendió instalar en nuestro país. Los grupos de choque, al margen de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, se los impulsó con el “Código Orgánico de las Entidades de Seguridad” que está vigente. 
El asalto a las funciones del Estado las consumó el correísmo. La persecución a la dirigencia popular, la judicialización del reclamo social, la represión generalizada, el engaño y embuste ideológico permanente, la severa restricción al derecho de opinión, también lo conocimos. ¿Podemos decir que nos hemos liberado de esas prácticas propias del fascismo en forma definitiva? Estemos atentos. No bajemos la guardia. Sin libertades no existe democracia.
 
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