Una resolución del Ministerio de Cultura publicada hoy en el diario oficial El Peruano pone así en valor este tipo de pesca para preservarla por su carácter sostenible y reconocer a las comunidades de pescadoras que la practican y la transmiten de padres a hijos.

La pesca con veleros artesanales ha perdurado por la habilidad de los pescadores en el manejo de las velas y el conocimiento de los vientos y de las corrientes de esta zona de gran biodiversidad marina, donde confluyen la corriente fría de Humboldt con caliente del Pacífico Tropical.

La entrega del reconocimiento se realizará en una ceremonia en el marco de las actividades conmemorativas por el 103 aniversario de la caleta de Cabo Blanco, en la que participarán los gremios de pescadores de Cabo Blanco y El Ñuro.

Esas dos caletas están dentro de la propuesta que maneja el Ministerio del Ambiente para crear la reserva nacional Mar Tropical de Grau, una superficie de más de 115.000 hectáreas del litoral peruano donde también están contemplada Isla Foca, los arrecifes de Punta Sal y el banco de Máncora.

La resolución del Ministerio recordó que, en la América prehispánica, la civilización andina fue una de las pocas culturas antiguas donde se dio el uso de velas, ya sea de algodón para las balsas o de totora para las naves hechas con el mismo material en el altiplano.

Las flotas de estas balsas fueron claves en el desarrollo de reinos costeños como el de los chinchas, los mayores comerciantes de la costa prehispánica en el segundo milenio de nuestra era, y grandes aliados de los incas en su escalada conquistadora.

Con estas embarcaciones fue posible hacer viajes de larga distancia, tal como detallan los mitos de Naylamp y Tacaynamo, y las leyendas sobre el posible viaje del inca Túpac Yupanqui por el Océano Pacífico. EFE