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Curiosidad
Una gárgola que mete miedo...

Un barrio puede querer protegerse contra la violencia, contra las ratas, pero contra los espíritus del mal, eso sí que es raro.

Viernes 03 Agosto 2018 | 10:00

Los habitantes de la calle Pedro Gual y Callejón Resabala se cuidan con una gruta y una Virgen, pero, a manera de refuerzo -aunque no lo admiten públicamente- hace 15 años optaron por poner una imagen de rostro fiero, con alas en actitud de vuelo y con robustos colmillos: una gárgola de casi dos metros, de la que también pende una cadena en el cuello.

Esculpidas en piedra, en las antiguas catedrales de Europa, durante la Edad Media, estas figuras eran instaladas en las partes altas con la finalidad de alejar, con sus facciones grotescas, a los demonios o seres malignos; pero en Portoviejo se trata de la única imagen de ese tipo, al menos instalada en un lugar público.
Si ha logrado su objetivo es cosa compleja de definir, lo cierto es que la imagen luce imponente, como desafiando cualquier mala presencia o augurio. 
De hecho, el sector, antiguamente, tenía antecedentes de violencia y mal vivir, además de compartir territorio con el cementerio general de la ciudad.
>su mentalizador. Según su autor, Johnny Montes, la singular imagen es visitada por turistas curiosos o simples transeúntes que se asombran con ella, la cual, curiosamente, no sufrió ningún daño durante el terremoto del 2016.
“Una vez hasta unos policías me preguntaron qué significaba la imagen; antes le brillaban los ojos en las noches, porque tenía dos luces en cada uno de ellos”, narra Montes, quien afirma que la hizo con una estructura de hierro soldada y a mano, sin molde.
“Fue un trabajo arduo, duro porque le tiré cemento a mano”, dice.
Montes habita en ese callejón al que, hace 3 años, le levantaron una pared de 6 metros para separarlo del cementerio, cosa que no fue del agrado del escultor pues, asegura, mucha gente podía apreciar sus figuras y hasta tomar agua de una fuente con un niño desnudo que tiene en el portal de su casa.
“Ahora solo quedan los malos olores de cuando hacen exhumaciones de cadáveres, aunque aquí ya estamos acostumbrados, tenemos anticuerpos”, señala Montes, a pocos metros de la pared de su casa, en la que ha esculpido héroes mitológicos y a Osiris, el dios de la muerte egipcio.
>Los vecinos. Para Carlos Solís, un vecino del sector, la gárgola infunde respeto, porque se trata  como de “una bestia que está cuidando el barrio, como un perro bravo. A la gente sí le llama la atención esa imagen que está allí. Hasta se paran en los carros para poder verla mejor”. 
Pedro Morán tiene un taller de mecánica justo al lado de la fantasmagórica figura. Mecánico de oficio, señala que le da lo mismo, pues no cree que dé algún beneficio o perjuicio.
“Algunos la han cogido como urinario, lo que no debería ser”, indica Morán.
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