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VESTIGIO.
Ser mitológico Tsáchila

Un historiador y antropólogo descubrió una roca en la que se encuentra esculpido un ‘Pie grande’.

Jueves 02 Agosto 2018 | 04:00

Se trata de Oliverio Guevara Garcés, quien está buscando la historia de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Desde el hallazgo se iniciaron algunas indagaciones a los primeros mestizos y miembros de la nacionalidad tsáchila, quienes contaron algunas leyendas de ‘Pie grande’, que en ese entonces se lo conocía como Tsitsarona.
“Mi trabajo es ingresar a las culturas anteriores e ir rescatando la información que ellos tienen para descubrir la verdad”, expresó Guevara. 
El pie de Tsitsarona está en el río Baba, de la parroquia El Esfuerzo, a unos cinco kilómetros río abajo del centro poblado.
 
>investigación. Lo que se ha logrado investigar es que, de acuerdo con la medida del pie de 48 centímetros de largo y 27 de ancho, la estatura de este ser mitológico sería de 3 metros y 35 centímetros. Entre sus características están las siguientes: un hombre con pelos en el cuerpo; la cabeza cubierta de cabello grueso, largo y caído; pecho no definido, más bien salido hacia delante; hombros compactos y brazos gruesos.
Sus manos son muy grandes y pueden agarrar y alzar a un hombre como a un niño. Su movilización en la selva la hace con trancos largos y deslizantes, quebrando palos y abriendo el camino al andar.
 
>HISTORIA. Pedro Aguavil, un anciano tsáchila, relata que Tsitsarona es un hombre peludo muy alto, por eso al caminar por la selva va quebrando ramas. Descansa en las bambas de los palos. “No era paya, es decir oso, ni tampoco wele (gorila)”, contó.
Se describe a este ser mitológico como furioso, el cual destruía al paso, tumbaba lo que estaba a su alcance, podía lanzar un objeto muy lejos hasta dos esteros; de su cuerpo colgaba una cantidad de churos que sonaban al caminar.
Una vez, Tsitsarona alcanzó a un tsáchila, le dio varios azotes para luego envolverlo en hojas, en una especie de platillo conocido como Putsaka, para ser cocido y devorado.
La víctima recobró el conocimiento y logró huir. Así, cuando regresó Tsitsarona, no lo encontró, se enojó y gritaba: “¡Churitooo! ¡churitooo!”. Ante esto, otro le contestaba muy lejos: “Joooo, jooooo, joooo”.
En 1980 llegaron familias de diferentes lugares del país a Santo Domingo, quienes fueron registrándose en diferentes sectores. Uno de ellos, don Enrique Salazar, de 87 años, ingresó por esa época para dedicarse a cortar madera de los árboles de cedro con sierra de mano. Él manifiesta que en la selva, a lo lejos, se escuchaba a alguien que corría lanzando palos y gritos desconocidos y que se contestaban.  Confiesa que le daba miedo, pero no había alternativa: tenía que trabajar para llevar la comida a sus seres queridos.
Con estas características de Tsitsarona, el artista Víctor Manuel Aguilar dio rostro a la historia; es decir, realizó un dibujo que retrata a este ser. Con esta representación física se ha dado una pauta para que las indagaciones continúen para descubrir si verdaderamente Tsitsarona fue un ser mitológico.
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