Frente a las ramificaciones, que caen en pequeños islotes, se unen las aguas del río Portoviejo y las del Océano Pacífico.
Esa desembocadura permite que cientos de especies nativas convivan en los alrededores y que sean cuidadas por los habitantes, que saben que es el hábitat de aves y reptiles.
Dentro del mangle es común observar a gallaretas, fragatas, pelícanos, garzas, cormoranes, aningas, guacos, entre otros, registra diario El Comercio.
Según el Ministerio del Ambiente (MAE), en La Boca se han registrado alrededor de 50 especies de aves que, incluso, tienen sus nidos construidos entre las hojas y los arbustos.
Bolívar Aragundi, líder de los guías nativos de La Boca, cuenta que entre las 4 mil familias de la zona se ha generado conciencia ambiental para preservar esta área.
Ayuda. Capacitaciones ofrecidas por técnicos ambientales de la Prefectura y del MAE destacaron la importancia del manglar para la vida silvestre. Por eso los habitantes del sitio sellaron un compromiso para cuidarlo por siempre.
Para eso, en el 2011 gestionaron un proyecto que les permitió crear el parque ecológico manglar La Boca, que contó con el apoyo del Ministerio de Inclusión Económica y Social. Eso dio lugar a que otros habitantes despertaran el interés de dar a conocer este lugar a turistas nacionales y extranjeros que empezaron a llegar motivados por el mensaje conservacionista.
Hace dos años, 100 jóvenes de San Jacinto de Charapotó incursionaron en la preservación del manglar La Boca. Desde ese año se unieron al grupo de familias que lo cuidan y que emprendieron en varias actividades de difusión y conservación del ecosistema.
Los pobladores, además, han dejado paulatinamente las actividades de la cacería del cangrejo.