“Fueron momentos difíciles para todo mi entorno familiar.
Estaba de cuclillas y con un bailejo en su mano derecha movía la mezcla de cemento y arena.
Su mirada estaba fija en lo que hacía.
Me preguntaba en qué estaría pensado en ese instante aquel joven, a quien le calculé unos 17 años. ¿Trabajará porque le gusta o porque no tiene más opciones? Fueron tantas las interrogantes que me hice.
Recordé que a esa edad mi vida no era fácil: mientras mis compañeros de colegio jugaban pelota, iban a fiestas y se divertían, yo tenía una relación y un hijo que mantener. Por esta situación andaba más concentrado en pañales y medicinas que en mis estudios. Cuando salía del colegio tenía que trabajar de electricista en una construcción, o de mecánico electrónico en el taller del maestro Williams Campuzano (+). Confieso que pude sobrevivir con mi familia por la ayuda de varios parientes. Creo que solo no hubiera podido. Reaccioné de mi recuerdo, volví a observar al muchacho y solo deseé que mi historia no fuera la de él. Fueron momentos difíciles para todo mi entorno familiar.