No fue por una mancha labial en la camisa blanca, como ocurre en las telenovelas; tampoco porque alguien lo vio entrar con una mujer a un motel, como sucede en la vida real. Si Luisa descubrió la infidelidad de su pareja fue por YouTube, y después por WhatsApp, como pasa ahora en el siglo 21.
Para aquello permaneció una tarde, cuatro horas, mirando un tutorial en YouTube que explica cómo descubrir a los infieles a través de su celular.
Repitió el video, una y otra vez, para aprender lo que debía hacer para confirmar sus sospechas. Eso que llaman intuición femenina le decía que su esposo tenía una amante.
Además de la famosa intuición, desde hace varios años su pareja no se interesaba en hacer el amor con ella. Eso pese a que Luisa tiene 32 años, mide 155 centímetros y tiene un cuerpo “bien puesto”: caderas anchas, senos grandes y una cintura de avispa. En medidas: 92 cm de busto, 66 de cintura y 102 de caderas.
La psicóloga. Luisa tenía la costumbre de pasearse desnuda por la habitación para provocar a su marido, pero él estaba siempre más interesado en el fútbol, la película de acción o dormir.
Ella recurrió a una psicóloga para que la ayude a mejorar la vida sexual con su pareja. Miguel no quiso ir a esa cita. La psicóloga le dijo que su marido quizás se acostumbró a verla desnuda y por eso el deseo había disminuido. Luisa no creyó en esa opinión. Lo que pasaba, es decir, lo que no pasaba en su cama, creyó que tenía otro origen. Así que hizo el papel de detective sin salir de casa.
Siguió la recomendación del tutorial de YouTube y bajó la aplicación WhatsApp Web. En una ocasión, cuando Miguel estaba desprevenido, tomó su celular y copió el código de barras del teléfono. ¡Bingo! Podría ver ahora en una computadora toda la información de su marido, lo que enviaba y llegaba a su WhatsApp.
Gracias a este truco de WhatsApp, no solo se muestran los mensajes, sino también las fotos, videos, audios y todo lo que se haya compartido en la aplicación.
Cifras internacionales indican que 24.6 por ciento de las personas revisa el teléfono de su pareja cuando se está bañando para ver si hay algo “sospechoso o inusual”; 11.5 por ciento espera a que su pareja esté dormida para revisar el móvil “y de esta forma saber qué es lo que sucede cuando no están juntos o, peor aún, cuando están juntos”. Luisa siempre creyó que hacer eso era de inseguros, pero debió morderse la lengua porque estaba haciendo lo que criticó.
A los 19 años había conocido a Miguel, se unieron y tuvieron dos hijos. Él siempre fue un gran padre. Ese era un punto a su favor. Como marido, otro era el cantar: era frío y distante.
En eso pensaba Luisa mientras decidía si se iba a separar luego de haber comprobar por WhatsApp que su esposo le era infiel y además coqueteaba con otras.
Así conoció que a una excompañera de colegio le pedía que le pase una foto en traje de baño; a otra mujer, que le envíe una desnuda; a una tercera le dijo que era soltero; con otra se trataban de “amorcito”, y hubo una que le pedía dinero a él.
Durante varias semanas Luisa leyó los mensajes. Disimuló muy bien la decepción que sentía por su marido. Como siempre, lavaba la ropa, la comida la preparada a tiempo y la casa la tenía limpia.
Su ánimo sí estaba por el suelo, por lo que decidió tomar pastillas para la depresión. Ya no se desnudaba frente a Miguel y él ni cuenta se dio.
Una tarde que estaban solos, decidió desenmascararlo. Calmada le mostró los mensajes y las fotos. Miguel, también calmado, le respondió que solo eran amigas. Solo eso. No hubo llantos ni reproches, tampoco insultos.
Un par de días después, Luisa le dijo que no quería seguir con él. Miguel no discutió. Hizo sus maletas y se marchó. La familia de ambos le cayó con todo a ella. No era posible que Miguel, un marido y padre ejemplar, sea tratado de esa manera. Ella mostró las pruebas para que la dejen en paz.
De eso hace 13 meses. Ella vive con los niños y él alquila un departamento.
Luisa el próxima año estudiará Derecho. Quiere ser abogada porque cree que tiene cualidades para esa profesión: es discreta, buena negociadora, leal y sabe controlar sus emociones. Si no lo creen, le pueden preguntar a su ex.