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Vicente Mendoza Pavón
Vandalismo contra la conciencia histórica

Jueves 26 Julio 2018 | 08:00

 Es vergonzoso y degradante que una persona que se autotitule “analista político” efectúe afirmaciones carentes de veracidad. Y la pregunta que salta como un resorte es: 

¿Este sujeto es ignorante o es un sicario de la desinformación? 
Las personas que estamos inmersos en el mundo de la comunicación tenemos la obligación ética de suministrarle a la ciudadanía una información veraz, elementos ciertos que le permitan formar un juicio u opinión apegado a la verdad. 
La cultura política depende de la calidad informativa. 
Si le entregamos una falsa información, si ocultamos deliberadamente la verdad de los acontecimientos y sus protagonistas, estamos contribuyendo a la creación de una ciudadanía desinformada, convirtiéndonos en seres despreciables, en repugnantes ejemplos de ruindad. 
Marco Tulio Cicerón, pensador y político romano (106-48 a. de J.C.), expresó que “La verdad se corrompe o con la mentira, o con el silencio”.
Y el gran Unamuno, razonando sobre la necesidad de decir siempre la verdad, escribió: 
“El único culto perfecto que puede rendirse a Dios es el culto de la verdad. 
Ese reino de Dios, cuyo advenimiento piden a diario maquinalmente millones de lenguas manchadas en mentiras, no es otro que el reino de la verdad”.
Terminado el período presidencial del Ec. Rafael Delgado se inició la más brutal campaña de mentiras por parte de sus opositores, utilizando el método de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del gobierno de Hitler: Una mentira repetida se convierte en “verdad”.
Pero ocultan el más grande y continuado proceso de corrupción, a saber: 
hasta 1970 el dólar estaba a 18 sucres, pero Velasco la devaluó a 25; en 1982, con Oswaldo Hurtado lo subió a 33; y en menos de un año lo devaluó a 42,50, más una mini devaluación de 4 centavos por cada día hábil; y posteriormente a 5 centavos. El gobierno de León lo subió a 96,50, y lo dejó en 320 sucres. 
Este espacio me obliga a sintetizar. 
Posteriores a León vinieron los gobiernos de Rodrigo Borja, Sixto Durán, Abdalá Bucaram (que fue derrocado y reemplazado inconstitucionalmente por Fabián Alarcón) quienes, a excepción de Abdalá, continuaron con la vil tarea de devaluar el sucre. 
En 1990 el dólar costaba 884.00 sucres, en 1995 2.564,50, en 1995 3.189,50, en 1997 3.588,30, en 1988 5.446,60, en 1999 11.786,80 y, finalmente Jamil Mahuad, el cabecilla de la más grande banda de banqueros ladrones, acolitados por cómplices y testaferros disfrazados de ministros de finanzas, gerentes del Banco Central, presidentes de Junta monetaria etc., estableció en 25.000 sucres el valor de un dólar. 
Esta crónica del más nefasto saqueo, incluyendo el feriado bancario y el asalto a los fondos de los ecuatorianos que tenían sus ahorros en la banca privada, sumió a millones de ecuatorianos en la más dolorosa miseria económica. 
Te pido, compañero lector, que le preguntes a un economista honesto y capaz si es o no verdad que la devaluación monetaria sólo hace más rico a los ricos y más pobre a los pobres. 
“Todos vivimos en el cieno, pero algunos levantamos los ojos hacia las estrellas”. (Wilde).
 
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