En diciembre del año anterior, un alumno de Periodismo me escribió por WhatsApp para que le recomiende una lista de reportajes famosos. Recuerdo que me dijo que estaba “con muchas ganas de aprender”. Le pedí su correo electrónico y le envié durante un par de días textos de García Márquez, Gay Talese, Kapuscinski y de otros periodistas. Nunca más se comunicó conmigo el estudiante. El martes resucitó, después de siete meses, y me escribió para que le recomiende artículos sobre ética periodística. Antes de decirle que no había problema, le pregunté qué le parecieron los reportajes que le envié. Esperé cualquier respuesta, menos la que escribió: “No he tenido tiempo de leer ninguno porque he estado muy ocupado”. Decidí contestarle en el mismo nivel: “Si no has tenido tiempo desde diciembre, tampoco tendrás tiempo ahora para los nuevos textos. Ya no puedo ayudarte porque el que está muy ocupado ahora soy yo”. El alumno no respondió. Creo que me gané un enemigo, o puede ser que responderá en un par de meses porque está muy ocupado.