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La confusión que trae la velocidad
La confusión que trae la velocidad
Por: Mariasol Pons C.
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Martes 24 Julio 2018 | 04:00

La velocidad de la vida anda hoy bastante arrebatada. Esta percepción, por supuesto, dependería de la realidad que usted experimenta, sin embargo la velocidad que presupone la existencia de la tecnología y el paso que marca en las vueltas de la humanidad pueden llegar a crear distorsiones fundamentales en el diseño de dicha existencia.

Con esto me refiero a que el mundo tecnológico de la satisfacción inmediata, matizado por las condiciones socioeconómicas y los recursos de conectividad en general, estaría ayudándonos a sembrar todos los ingredientes para una humanidad confundida. 
Confundida por quien es, lo que busca y lo que aspira -si es que hay aspiraciones-. Incorporamos la inmediatez y confundimos creatividad y apertura con superficialidad y capricho; inclusive la reducción del léxico conlleva a una reducción importante de nuestra capacidad de análisis.
El comportamiento humano hoy asimila un cambio importantísimo de su cotidianidad y es la velocidad de la tecnología. Cambió la forma de trabajar, cambió la forma de expresarse, cambió la cantidad de exposición que una persona puede tener -esto gracias a las redes sociales- cambió la cantidad de influencias positivas o negativas que pueden tener los niños y más jóvenes, en teoría, en proceso de formar un criterio. Nos hemos comido el cuento de que sabemos hoy más que en los últimos 2.000 años y olvidamos el contexto. 
Creemos que por la tecnología actual lo sabemos todo y es ahí donde empieza la distorsión; creemos que porque podemos publicar opiniones en Twitter sabemos de lo que estamos hablando; los chicos creen que porque hay Instagram deben entrar en una competencia sórdida de sobreexposición -con todos los riesgos que esto acarrea- creemos que porque recibimos correos en nuestros dispositivos electrónicos las 24 horas del día, la mayoría de las horas son adecuadas para atenderlos. 
Si antes se hablaba de un rat race, no sé cómo se podría determinar hoy y ¡quizás no sea necesario determinarlo!
Se hablaba estos días acerca de la supuesta libertad de sexualidad a partir de los 12 años; si esto es cierto, si ese concepto está contemplado por nuestra sociedad quiere decir que tenemos serios problemas lidiando con nuestra existencia. 
Pareciera que no hay mejor tarea que torcer lo más puro que tenemos, los niños y los jóvenes. 
Por algo existe la mayoría de edad, porque como especie se sabe que, así como otras facultades, el criterio toma cierto tiempo en formarse, que es necesario saber ver desde el presente hacia el pasado y hacia el futuro con cierta madurez, ciertamente para no crear falsas esperanzas sobre estructuras absurdas, sino reconociendo que la vida lleva sus propias fases, sus propios tiempos y es sano respetar dichas fases así como la libertad de escoger. 
Esta frase de Napoleón: “Vísteme despacio, que estoy apurado” es muy apropiada para aplicarla hoy en todo ámbito.
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